domingo, 31 de agosto de 2014

Entrenamiento de una sumisa. Uso sexual


En las situaciones extremas conocemos nuestra verdadera naturaleza
Estaba despierta cuando oí los pasos que se acercaban a mi habitación, no era la primera noche que ocurría pero si la primera en la que sentí que me había humedecido. Me invadieron la vergüenza y el miedo. Mi naturaleza de puta sumisa salía del armario sin control.

Eran tres y en cuando me levantaron de la cama se dieron cuenta, siempre nos metían la mano entre las piernas para comprobar si había excitación.

“Good girl”

De rodillas trate de esmerarme y mostrar lo que sabía hacer, aunque su violencia apenas me lo permitía. Enseguida me penetró el primero.

Con horror me di cuenta que estaba sintiendo placer y aunque trate de ocultarlo no lo conseguí. Los gritos que salían de mi boca eran inconfundibles. Empezaron las risas, las burlas, los insultos.

“ You like it, bitch ?” “ Yes Sir, Yes, Sir”

Alternaban momentos de fuerte intensidad con pausas en las que me preguntaban si quería mas. Ya no me importaba humillarme y pedirlo.

“Fuck me Sir” Fuck me Sir”

“ Where the hell is your education, slut ?”

“Please, please”

“Please what ?

“Please fuck me Sir”

Me corrí, no pedí permiso, no estaba en condiciones de controlar el orgasmo. Me corrí en uno de los orgasmos más violentos y prolongados que he tenido. Me abrace al hombre que me lo había provocado y le di las gracias.

Siguieron sin tener en cuenta mi final, pasándome de uno a otro, pero yo ya no sentía nada, al contrario de otras veces en que estoy supersensible después del orgasmo, ahora estaba anestesiada. Veía todo como desde un sueño o una borrachera. No oía lo que me decían.

Me sentía enormemente humillada y enfadada conmigo mismo por decepcionarme así.    

No siquiera reaccione cuando terminaron sobre mi cara.

Como siempre la ducha fría me purifico.  

Entrenamiento de una sumisa. La boca



¿Para qué sirve vuestra boca, putas?



Pregunta el entrenador y se hace un silencia en el grupo. Somos cuatro sumisas sentadas en sillas haciendo un círculo. Ninguna responde.

Vendados los ojos y con las manos atadas a la silla me ordenan abrir la boca, los sabores son agradables, naranja, chocolate, vino.

De pronto un sabor fuertemente agrio de un líquido que no llego a identificar, instintivamente escupo y recibo la bofetada.

Se va sucediendo sabores y texturas. Me concentro en lo que tengo en la boca aunque a veces es asqueroso consigo evitar arcadas. Oigo las de mis compañeras y las correspondientes bofetadas.

De nuevo vuelven los sabores agradables……ron??....que rico. Doy las gracias.

“Thank you Sir”

“Good girl”

Como una imagen vale más que mil palabras, he escogido aquellas fotos que más se aproximan a lo que siguió.

Me consta, por los resultados que vi, que en algunos momentos lo hice muy bien.
 
 
 

 

viernes, 29 de agosto de 2014

Entrenamiento de una sumisa. Sentimientos


Mi sentimiento durante esos días era una mezcla de enfado, abandono, miedo y humillación.

Enfado contigo, por haberme enviado allí, no entendía por qué lo hacías, ¿me estabas castigando? ¿era una prueba? ¿debía aprender algo que tu no sabias o no podías enseñarme?.

Pero sobre todo estaba enfadada conmigo misma. De nuevo aceptando ir mas lejos, siguiendo tus excesos, sin tener casi pensar lo que yo deseaba, siéndome, una vez mas, infiel.

Y allí estaba, sola en el hotel de Budapest esperando que vinieran a buscarme.

Abandonada. Pusiste un post en face ¿es verano que hacemos con la perra?, y así me sentía como tu perra abandonada. Después de unos magníficos días juntos, donde me sentí valorada y mimada, el escenario cambiaba y me dejabas en la calle, o peor.

Miedo a lo desconocido, al dolor, a la humillación. Miedo a ser la siguiente, a las noches y sus ruidos. Miedo, si miedo.

Humillación por mi desnudez permanente y mi cuerpo usado, por las respuestas en los interrogatorios,  por las lágrimas que no pude contener, por decir “yes Sir”, “sorry Sir” y sentir que esas palabras salían con sinceridad de mi alma sumisa

Estos han sido mis sentimientos en esos días de entrenamiento.

Lo mejor eran las sesiones de grupo con la psicóloga, oír las historias de otras sumisas, lo que pensaban y cómo habían llegado a este loco mundo del BDSM. Oyendo esas historias me sentía una chica normal entre otras chicas también normales. Empezaba a entender el motivo de estar allí y era sobre todo conocerme a mi misma y así ser mejor para ti.

jueves, 28 de agosto de 2014

Entrenamiento de una sumisa



Soy la puta seis.

Tenía mucho miedo  de ir a ese centro de entrenamiento de sumisas, había oído muchas cosas y la única sumisa que había conocido que había sido entrenada en un centro así era absolutamente hermética. Si, estaba aterrada pero sabía que mi Amo quería que fuese y no pensaba decepcionarle de ninguna manera.

Cuando pienso en los días en ese lugar la primera sensación que tengo es la de la indefensión que produce la desnudez permanente. Desde que a la llegada, después de una larga entrevista inicial, me ordenaron desnudarme, no volví a utilizar ninguna ropa hasta el día de la salida, a excepción de los zapatos de tacón que debía ponerme para las cenas y “eventos nocturnos” y un collar con el número asignado. Mi collar original quedo con mi ropa y el resto de mis pertenencias a la entrada, ryna desapareció para convertirse en “slut six”

Me venían a buscar al hotel donde me alojaba en Budapest. La noche anterior casi no dormí y me entraron las dudas sobre mi  capacidad de aguante. La imaginación juega terribles pasadas y siempre imaginas cosas que a lo mejor nunca llegan a suceder. En la van que me recogió venían ya otras mujeres que supuse que eran también sumisas, distintas edades, distintas nacionalidades. Saludé pero no hablamos durante el camino.

La primera sorpresa fue el lugar, una encantadora granja a las afueras de Budapest en un paisaje de campo idílico. La segunda fue el trato amable de la llegada y la habitación asignada. Nada de mazmorras y jaulas. Más bien un tranquilo y elegante hotelito de campo.

Me llaman para la entrevista inicial. Son dos hombres comienza con preguntas muy generales y entre cada vez más en lo intimo.
 

¿Qué es para ti la sumisión?

¿Estás hecha para servir a un hombre?

¿Sabes utilizar bien tu cuerpo para dar placer? ¿ te consideras una buena puta?

¿Te excita esto?

¿ Qué consideras que debes mejorar como sumisa?

Cada vez me cuesta más responder, se dan cuenta y aumentan el nivel. Me cuesta realmente enfrentarme a esas preguntas, no por ellos, sino por mi. Muchas de ellas son las que llevo tiempo haciéndome  y se resumen en ¿ por qué soy sumisa?

Me ordenan desnudarme y continúa la entrevista. El aire acondicionado está muy fuerte, tengo frio, me empiezo a encontrar muy incómoda. Me doy cuenta que mi actitud va cambiando. Empecé casi en un tu a tu, ahora ya no es así, noto su poder y me siento indefensa, creo que es lo que buscaban.

Antes de volver a mi cuarto me explican las reglas y la principal es que hay una palabra de seguridad, puedo decirla en cualquier momento y el entrenamiento se acabara. La palabra implica el fin de la actividad que se esté realizando pero también la expulsión inmediata del centro.

Me preguntan mi nombre y me cae una buena bofetada cuando respondo ryna

“slut six, bitch”

“ sorry Sir”

Ya en mi cuarto veo el collar. Un simple collar de perro con una pequeña placa donde aparece el numero 6.

La semana fue intensa. El entrenamiento mezcla sesiones colectivas con una psicóloga para entender, aceptar y mejorar la condición sumisa con mini-cursos en aquellos aspectos que se supone debe conocer una sumisa, como protocolo BDSM, códigos de comportamiento y vestimenta, masaje, lap-dancing o sexo tántrico.
 

En un edificio algo alejado del principal y que parecía un antiguo granero están las mazmorras. En ellas se realiza principalmente la parte dura del entrenamiento muy orientada al aspecto psicológico, combinando humillación, miedo y dolor.

Una semana después de la llegada volvía a sentir el tacto cálido de un vestido sobre mi piel. Es increíble lo que se puede apreciar algo cotidiano cuando no lo tienes. Me sentía contenta de haber superado la prueba pero enormemente cansada tanto física como mentalmente. Necesitaba dormir sin el temor a ser despertada a media noche.
 

Era como si me hubiesen abierto esa puerta que no me atrevía nunca a abrir y que de pronto hubiese conocido otra cara mía que no había aceptado totalmente.

La sumisión es mi naturaleza. Incluso en los momentos más difíciles de la semana había reconocido a aquellos desconocidos sus derechos sobre mí.

Me pregunto si esa semana habrá cambiado mi vida, si seré otra a partir de ahora.

Mi Amo ha preferido que estemos unos días sin vernos para que asimile la experiencia, espero que sea pronto nuestro encuentro y poderle demostrar que hizo bien en enviarme allí y que soy más suya que nunca.