lunes, 4 de noviembre de 2013

Kiss the Whip

Todo un himno

Kiss by the Whip, The Whip Skin Strips

Get your Pleasure by any Measure

Pain Lasts Forever

http://www.youtube.com/watch?v=t7uPw3sHmvk

Sumisas Tapadas


No era la primera vez que viajaba a un país islámico pero si la primera después de mi iniciación como sumisa. Fui a Qatar por motivos de trabajo ya en el aeropuerto me sentí rara pero no identifiqué el motivo. En el hotel casi no había mujeres solas y las pocas que había éramos todas occidentales.

Me fije en un grupo de mujeres totalmente cubiertas con velos negros  que tomaban el te en un salón mientras esperaban a sus maridos que cenaban en el restaurante con unos extranjeros. Las miré con otros ojos y pensé que la escena podría titularse “esperando al Amo”. Sonreí y me aleje.


 No me quitaba de la cabeza la escena y casi me molestaba comprenderlas, la única diferencia entre ellas y yo es que mi sumisión es voluntaria, elegida y posiblemente ellas no tienen esa alternativa. Por lo demás sentía que no había diferencia. Entrega al Amo, disponibilidad para El y sobre todo Respeto. Me preguntaba si ellas lo verían así y si no estaremos equivocados en occidente cuando las vemos como simples esclavas. Sea como sea la libertad de elección es básica.

Al día siguiente fui a unos grandes almacenes. Había tiendas de todas las marcas de lujo, Prada, Hermes, LV, me resultaba curioso que estuviesen viendo vestidos, blusas, ¿para qué? . La respuesta era obvia, para Ellos.



 En una zona solo para mujeres me topé con una tienda de Victoria’s Secret, como si fuesen unos grandes almacenes de Londres o Milán. Estaba llena y ellas curioseaban sujetadores, medias y corsets. Verdaderamente me impresionó. Cada vez me sentía más próxima a ellas.



 
Vi la misma escena en el Bazar de Doha. Esta vez no eran tiendas elegantes, sino tiendas de ropa interior femenina tradicional, predominaba el color rojo y las prendas tenían encajes y colgantes metálicos como los que llevan las bailarinas de la danza del vientre. Superando la vergüenza entré y compre algo, a ojo, sin probármelo, para salir de la tienda lo antes posible.

 


Me lo puse en el hotel y me miré al espejo, me sentí bien, pensé en enviarte una foto, Mi Señor, pero preferí mantenerlo como sorpresa.

En ese momento decidí que aprendería a bailar la danza del vientre.

Durante los dos días que estuve en Qatar tuve relación  solo con occidentales, así que no puedo contar ninguna experiencia del trato que ellos dan a una mujer.

La última noche baje a cenar al restaurante del hotel. Solo había hombres, occidentales y qataríes. Me sentí incomoda y salí del restaurante para ir al salón de té donde estaban sus mujeres y donde era sin duda mi sitio. Mientras tomaba el té y la tarta pasó  un grupo de hombres qataríes con sus túnicas blancas  dejando un olor a perfume denso y dulce. Me miraron descaradamente y comentaron entre ellos. Les mantuve la mirada con cierto descaro también  pero enseguida recordé las instrucciones de mi Amo   –“ante cualquier Dominante eres siempre una sumisa, compórtate como tal”- . Bajé la cabeza. Me di cuenta que tenía las piernas cruzadas, posición inadmisible en una sumisa, cambié de posición inmediatamente. La falda me quedaba ligeramente por encima de la rodilla, no era muy corta, pero sentía que continuaban mirándome. No alcé la vista, me quede muy quieta y seguí tomando el té. Al cabo de unos minutos que se me hicieron eternos se alejaron.

Sumisión y entrega al Amo, objeto de su placer o de sus caprichos, Si



Pero siempre bajo la libre elección.




 

Cuando me destrozas los nervios

No se si es una parte relevante de nuestra relación o si debería empezar por ella, pero es la que tengo mas reciente en mi mente y en mi cuerpo después de la otra noche. Perdón Sr si debía haber empezado por hablar mas de mis sentimientos hacia ti.

No sueles atarme cuando me vas a castigar pero sabes que en este caso debes hacerlo porque sino no puedo soportarlo. La posición en la que me colocas y las cuerdas tensas me indican lo que va a suceder. Siento ya  la excitación  en mi cuerpo y se que esta vez irás un poco mas lejos que la ultima, es tu forma de demostrarme que los límites no existen.

No tienes prisa y acaricias mi cuerpo que para esta vez has dejado completamente desnudo. Como siempre no puedo ver nada a través de la venda que cubre mis ojos por lo que disfruto enormemente el contacto de tu mano. La falta de un sentido agudiza el resto.



Oigo el sonido eléctrico de la máquina que se pone en funcionamiento y no tardo en sentirla en la parte mas sensible de mi cuerpo. Me altera pero me gusta ese contacto. La vas moviendo suavemente y en algunos momentos la siento dentro de mi. Disfruto esta parte sin preocuparme de lo vendrá luego. No tardas mucho en llevarme al orgasmo y gimo cuando llego a él, a pesar de que me lo tienes prohibido.



Cesa el ruido de la máquina y me besas en los labios, respondo ansiosa. Me gusta tu mezcla de dulzura y severidad.

Me dejas unos segundos y de nuevo oigo el ruido de la máquina. Mi cuerpo está muy sensible, mis nervios a flor de piel por lo que el contacto con la máquina me hace gritar inmediatamente. Paras y me metes en la boca el bozal, muerdo la bola y noto cómo aprietas fuerte la correa que se clava en mi nuca.

Vuelve la maquina sobre mi y hace que mi cuerpo se arquee contra las cuerdas que lo sujetan, muerdo la bola para aguantar mejor. Todos mis nervios están en tensión, es como si fuesen a reventar y salirse de mi cuerpo.

Paras, se que serán solo unos segundos. Al relajarme un poco siento mi respiración agitada y el corazón a mil. Subes el volumen de la música de fondo, los cantos gregorianos que pones para sesiones especiales, y continuas. Mi cuerpo está ya empapado de sudor y la saliva escapa de mi boca y me moja el cuello.

 


Me das otro respiro. He perdido la cuenta de las veces que has parado e iniciado de nuevo. Estoy agotada, no puedo mas y trato de indicártelo diciendo NO con mi cabeza.

Lo ignoras e inicias de nuevo. Comienzo a llorar, no es un llanto de gemidos contenidos, sino un llanto descontrolado provocado por los nervios y la sensación de agotamiento, de estar en el limite.

No se el tiempo que duró la sesión, ni las veces que paraste y volviste a empezar. Oí de nuevo tu voz -"tranquila, lo has hecho muy bien"- me quitas el bozal y comienzas a desatarme. Mi cuerpo se sigue agitando y no he dejado de llorar, pero ahora el llanto se ha transformado en un ligero sollozo.



Tengo toda mi piel extremadamente sensible. Me besas el cuerpo. Me abrazo a ti y comienzas a acariciarme el pelo. Poco a poco dejo de temblar y se apodera de todo mi cuerpo una sensación de placentero relax.