martes, 12 de noviembre de 2013

Castigo Público


Siempre tengo miedo al castigo, sobre todo cuando se produce en un lugar público. En ese caso no solo tengo miedo al dolor, sino también a fallarte a no estar a la altura de las circunstancias o no poder responder como esperas. Sé que quieres de mi que este muy quieta, que no gima ni me mueva cuando se produce el golpe, que no llore y por supuesto que no pida que el castigo cese ni tampoco ningún tipo de compasión.

Estamos en un lugar público, en una fiesta de un local que frecuentamos bastante, que te gusta y donde tienes amigos. La fiesta tiene prevista una exhibición de castigos de sumisas. Conozco las reglas, he sido espectadora en otras ocasiones pero esta vez me dices que me has inscrito. Estoy nerviosa, no sé cómo responderé, sé también lo que le ocurre a la sumisa que resulte ultima del concurso y no quiero pasar por eso.
 

La fiesta avanza, música, copas, conversaciones con otras parejas. En el centro de la sala un Ama hace un bondage a su sumiso. No me quito de la cabeza lo que vendrá.

Anuncian el concurso, 8 sumisas inscritas, oigo mi nombre entre ellas, ryna de Rais .

Me vendas los ojos y me llevan a la fila de las concursantes. No puedo ver nada pero se activa mi imaginación. Cesa la música para que se puedan oír bien los ruidos producidos por los castigos. El publico esta en silencio, llaman a la primera sumisa, unos minutos después, se oyen los primeros golpes y los gemidos de ella. Identifico que el instrumento de castigo es una vara.  Llega mi turno, ryna. Una mano me coge del brazo y me hace avanzar. Me lleva donde me esperas. No veo nada pero tu caricia en mi mejilla me tranquiliza
 - ¿Cómo estas?-
-asustada pero dispuesta-
-lo vas a hacer muy bien-
-vas a estar orgulloso de mi-
- no tengo ninguna duda- 
Siento las miradas de todos. Me besas ligeramente en los labios, trato de responder pero ya te has apartado.

Visto botas altas, medias y corset. -Camina un poco- me ordenas . Lo hago y me siento torpe al hacerlo sin ver. De nuevo noto las miradas de todos y tengo la intención de encogerme,  de protegerme, de dejar actuar mi naturaleza tímida. Pero sigo andando rígida, segura de mi misma, que es como sé que te gusta que lo haga.

-Ven aquí- me dices. Avanzo hacia tu voz.-Ya sabes qué posición debes adoptar- Me doblo hacia delante y mis manos se posan sobre una tarima casi a nivel del suelo. Hago yoga y es una posición que puedo controlar sin problemas.

 
Acaricias mis nalgas con la vara y enseguida viene el primer golpe, me muevo ligeramente y viene el segundo más fuerte, y el tercero, y el cuarto. Los voy contando con una voz cada vez mas entrecortada. No he gemido pero me estoy moviendo mucho más de lo que te gusta. – Veinte - , hemos llegado a la mitad del castigo. Me duele mucho y no he podido contener las primeras lágrimas.

 

A partir de aquí hasta el final siento que todo es descontrol, se me escapan los gemidos, muevo el cuerpo pero consigo mantener los pies clavados al suelo.
 – Cuarenta-
- Incorpórate- 
Me pongo de nuevo rígida y te pido perdón. No me respondes. Una mano me vuelve a coger del brazo y me pasea por la sala. Las lágrimas escapan por debajo de la venda que me cubre los ojos-  A veces mi guía  me hace detener y manos extrañas me tocan las nalgas para comprobar los efectos del castigo.

 

Abandonada por mi guía en algún lugar de sala me quedo de pie y rígida esperando que te acerques a mi y me digas algo. “perdón si te he fallado”