Siempre
tengo miedo al castigo, sobre todo cuando se produce en un lugar público. En ese
caso no solo tengo miedo al dolor, sino también a fallarte a no estar a la
altura de las circunstancias o no poder responder como esperas. Sé que quieres
de mi que este muy quieta, que no gima ni me mueva cuando se produce el golpe,
que no llore y por supuesto que no pida que el castigo cese ni tampoco ningún tipo de
compasión.
Estamos en
un lugar público, en una fiesta de un local que frecuentamos bastante, que te
gusta y donde tienes amigos. La fiesta tiene prevista una exhibición de
castigos de sumisas. Conozco las reglas, he sido espectadora en otras ocasiones
pero esta vez me dices que me has inscrito. Estoy nerviosa, no sé cómo
responderé, sé también lo que le ocurre a la sumisa que resulte ultima del
concurso y no quiero pasar por eso.
La fiesta
avanza, música, copas, conversaciones con otras parejas. En el centro de la
sala un Ama hace un bondage a su sumiso. No me quito de la cabeza lo que
vendrá.
Anuncian el
concurso, 8 sumisas inscritas, oigo mi nombre entre ellas, ryna de Rais .
Me vendas
los ojos y me llevan a la fila de las concursantes. No puedo ver nada pero se
activa mi imaginación. Cesa la música para que se puedan oír bien los ruidos
producidos por los castigos. El publico esta en silencio, llaman a la primera
sumisa, unos minutos después, se oyen los primeros golpes y los gemidos de
ella. Identifico que el instrumento de castigo es una vara. Llega mi turno, ryna. Una mano me coge del brazo y me hace avanzar. Me lleva donde
me esperas. No veo nada pero tu caricia en mi mejilla me tranquiliza
- ¿Cómo
estas?-
-asustada pero dispuesta-
-lo vas a hacer muy bien-
-vas a estar
orgulloso de mi-
- no tengo ninguna duda-
Siento las miradas de todos. Me besas ligeramente en los labios, trato
de responder pero ya te has apartado.
Visto botas altas, medias y corset. -Camina un poco- me ordenas . Lo hago y me siento
torpe al hacerlo sin ver. De nuevo noto las miradas de todos y tengo la
intención de encogerme, de protegerme,
de dejar actuar mi naturaleza tímida. Pero sigo andando rígida, segura de mi
misma, que es como sé que te gusta que lo haga.
-Ven aquí-
me dices. Avanzo hacia tu voz.-Ya sabes qué posición debes adoptar- Me doblo
hacia delante y mis manos se posan sobre una tarima casi a nivel del suelo. Hago yoga y es una posición que puedo controlar sin problemas.
A partir de
aquí hasta el final siento que todo es descontrol, se me escapan los gemidos,
muevo el cuerpo pero consigo mantener los pies clavados al suelo.
– Cuarenta-
- Incorpórate-
Me pongo de nuevo rígida y te pido perdón. No me respondes. Una mano me vuelve a coger del brazo y me pasea por la sala. Las lágrimas escapan por debajo de la venda que me cubre los ojos- A veces mi guía me hace detener y manos extrañas me tocan las nalgas para comprobar los efectos del castigo.
– Cuarenta-
- Incorpórate-
Me pongo de nuevo rígida y te pido perdón. No me respondes. Una mano me vuelve a coger del brazo y me pasea por la sala. Las lágrimas escapan por debajo de la venda que me cubre los ojos- A veces mi guía me hace detener y manos extrañas me tocan las nalgas para comprobar los efectos del castigo.
Abandonada
por mi guía en algún lugar de sala me quedo de pie y rígida esperando que te
acerques a mi y me digas algo. “perdón
si te he fallado”