viernes, 27 de diciembre de 2013

Lesbian Show


No me considero una mujer bisexual, no me fijo en otras mujeres por la calle, ni tengo fantasías eróticas con ellas, pero he aprendido a disfrutar el cuerpo de otra mujer  y a relajarme y sentir placer cuando lo hacen con el mío. La vida es un camino de nuevos descubrimientos.
 

Tengo los ojos vendados y estoy desnuda, solo visto unas botas de tacón alto y mi collar al cuello. A pesar de estar en una casa de campo en pleno invierno no hace frio, la chimenea esta cerca y me llega el calor del fuego y su olor. Intuyo que es la única luz que ilumina la sala. Música suave gregoriana.
 
 
 Siento la presencia de ella frente a mí. Avanzo cuando recibo la orden y choco con su cuerpo también desnudo. Nos abrazamos y nos atan cuerpo contra cuerpo. La cuerda aprieta y nuestros cuerpos se adaptan uno al otro. Noto su respiración agitada. Lleva también una venda en los ojos.



Cae el primer golpe de cinturón sobre mi espalda. Ella se agita casi más que yo misma. El segundo golpe de cinturón es casi simultáneo sobre mi nalga. Ella decidirá cuando me libera de esos golpes y los desvía hacia su cuerpo. No tarda en solidarizarse y hacerlo. – “A mí, Señores”- . Oigo los cinturones cayendo sobre su cuerpo y ella me abraza más fuerte.

No tardo tampoco en dar yo el relevo y noto como los golpes son más fuertes que al inicio. Hago un esfuerzo enorme por estarme quieta y no gemir. La cadena de relevos se repite y ella viene pronto en mi ayuda.

Casi no puede estar quieta y se le han escapado algunos gemidos. La intensidad debe ser alta y no me siento con fuerzas de dar el relevo, sé que tengo que hacerlo pero no puedo. Ya no contiene el dolor y gime a cada golpe, sus manos se crispan sobre mi espalda y me clava ligeramente las uñas. –“Por favor”- me dice, o les dice a ellos. Ya es tarde no quiero recibir los golpes y me callo.

Por fin los golpes terminan y nos desatan. Nuestros cuerpos están sudando. –“Perdóname”-. No me responde.

Recibimos la orden de tumbarnos en el suelo y a mí de lamerle las heridas. La sensación de la alfombra sobre mi piel me resulta agradable y reconfortante.  Acaricio con mi mano y mi lengua su espalda. Se queda muy quieta. Llego a su cara y trato de besarla pero me aparta los labios. Continuo besando y acariciando su magnífico cuerpo que aun tiembla.
 
 
Bajo hacia su vientre y me meto entro sus piernas. Me deja hacer. Noto que está  húmeda y que me espera, pero no lo hago y vuelvo sobre su boca. Esta vez si se deja besar y me responde. Me abraza  me mete su pierna entre las mías, me aprieta con su muslo entre ellas y frota. Respondo haciendo lo mismo y nos agitamos con nuestros cuerpos fundidos.
 

Nos besamos, boca, cuello, senos. Siento que no soy capaz de responder con la misma pasión que ella y decido bajar de nuevo con mi boca entre sus piernas. Me deja hacer de nuevo. Se tensa, gime, tengo la sensación de haber ganado la partida.
 

De pronto una mano me coge del pelo y me retira. –“Basta”- Reconozco la voz de su Amo. Me apartan de su cuerpo y me quitan la venda. Mi Amo esta a mi lado.

Ella se queda quieta en el suelo. No sabe qué hacer.  Veo su cuerpo sudando iluminado por el fuego.

-“¿Estas caliente?”- Le pregunta su Amo. Apenas responde un bajísimo – “Señor”-

El coge la cubitera del champagne quita la botella y descarga el contenido de agua y hielo sobre el cuerpo de ella. Se tensa pero no se mueve, apenas ha dejado escapar un leve grito. Los cubos de hielo resbalan sobre su cuerpo y dejan un reguero de agua que se mezcla con el sudor.

Mi Amo me pone la cadena y me sacan entre los dos de la sala. No sé si para premiarme o castigarme. No vuelvo la cara pero la imagino abandonada a la luz tenue de la sala.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Armas de Mujer

Me gusta la lencería, lo confieso soy fetichista. Se producen dos efectos cuando me la pongo. El primero es vanidad, me veo bien, me siento bien. El segundo es el efecto que sé que causa en los hombres.



Me gusta usarla aunque tenga una cita para tomar una copa o una cena sabiendo que no llegará a mucho mas, pero disfruto sabiendo que si avanzamos en algo el efecto de mi lencería será contundente. Nadie se espera encontrarse una medias con encaje cuando quita unos vaqueros.



También me gusta el juego de dejar que la falda se suba descuidadamente cuando estoy sentada en el taburete de una barra y muestre el encaje de la media y un poco del elástico del liguero. La reacción del pobre que lo ve es inmediata, vence sus temores y se acerca.

Pero cobra especial intensidad en el mundo del BDSM donde ya no lo concibo sin la lencería. Creo que tiene que ver con la estética nazi que nos han mostrado en tantas películas y nos ha quedado dentro. Es un arquetipo metido ya en la mente y en nuestro imaginario, lo asociamos a situaciones de poder y dominación y por eso creo que ocupa un lugar en la prostitución, donde el cliente lo ve como una actitud de dominio, pago luego mando.



En mi otra faceta de profesional dedicada a la publicidad y a la moda, se abre un mundo fascinante para publicitar marcas haciendo referencia a esos arquetipos de Jung y ofreciendo el producto como un objeto aspiracional convirtiendo la marca en icono.


 


¿No es eso manipular la mente de la gente? , pues claro ¿ o que otra cosa es si no la publicidad?

Les dejo con un fantástico video publicitario de la marca Agent Provocateur dirigido por Penélope Cruz. Como dicen en los restaurantes de moda "que lo disfruten"

http://www.youtube.com/watch?v=hpqhUpiUYy8


  

Troia


Me he levantado tarde y cansada, los recuerdos de anoche pasan en mi mente como si no fuesen reales. Veo mi imagen frente al espejo de casa maquillándose.
 
 
Mis dudas,como siempre frente al armario, en el momento de elegir la ropa. No quiero ir exagerada pero tampoco dejar duda alguna de lo que soy. Me decido por vestido de Karen Millen, tacón extremo e interior de la perla que he comprado para la ocasión, no quiero usar nada que me haya puesto con mi Amo.
 
No me doy cuenta de donde voy hasta que doy la dirección al taxista, son casi las 10 y me esperan a las 10:15. Cuando me bajo del taxi noto que las piernas me tiemblan pero avanzo decidida hacia el ascensor.

 
Dudo unos segundos antes de llamar a la puerta de la habitación pero … ring… ya está hecho. La puerta se abre, me mira velozmente de arriba abajo, me siento fatal, son solo unos segundos de examen pero son eternos
 
-         Hola Mónica, pasa-  

No sé qué hacer pero veo que él está acostumbrado a esta situación. Edad algo indefinida, nada destacable del físico, amable.

Cena en un restaurante de moda, conversación agradable de la que él lleva todo el peso y yo sigo con “interés”, ninguna insinuación a nada pero sí  miradas descaradas a mi cuerpo que me incomodan.

De nuevo es en el taxi cuando le oigo decir la dirección del hotel cuando me vuelven los nervios y la angustia y él hace el primer gesto de aproximación poniendo su mano sobre mi muslo, no me muevo.
"Tienes unas piernas preciosas"

"Gracias"

Sonrió forzadamente y le dejo que deslice la mano.

Oscuridad de una habitación del hotel iluminada por las luces de la calle. Beso alcohólico que respondo. Manos extrañas que me desnudan y me tocan. El sabor de la goma de un condón en mi boca, un cuerpo que no conozco que me aplasta, mi cuerpo invadido con violencia, mis gemidos de un placer fingido.
 
Recojo mi ropa perdida por el suelo  de la habitación, quiero irme ya, ni siquiera tomar esa ducha que necesito tanto. El no hace ningún intento por retenerme, desde que entramos en la habitación desapareció la amabilidad.

 

Siento que en la recepción del hotel todos saben lo que soy y de donde vengo, escapo.
Un sms –ya en el taxi, voy a casa, te echo de menos Señor-

Una respuesta –yo también a ti, lo he pasado mal, descansa-
Lamento que no estés en Madrid habría ido a verte saltándome todos los protocolos, necesitaba tus caricias.

Ducha larga mojando el pelo, entro a face a escupir lo que tengo dentro.

Me vence el sueño y amanezco con un ligero recuerdo de lo ocurrido ¿o fue solo una pesadilla?. Al guardar el bolso que llevaba anoche encuentro un sobre de un hotel con dinero 
¿cómo es posible que algo asi me una mas a ti?  Ahora entiendo porqué lo has hecho

miércoles, 18 de diciembre de 2013

La exhibición

Siguiendo con el tema de la exhibición traigo este video de la Tv que ha levantado tanta polémica.




 El video está comentado por mi amiga Anastasia que opina lo siguiente:

"Como mujer y sumisa que nunca ha sido exhibida ni cedida, es más, habiendo siempre considerado esas prácticas un límite para mí, a petición de Master Rais visualizo el video e intento ponerme en la situación de esas mujeres, procurando imaginar lo que podría llegar a sentir. Lo primero que me viene a la mente es temor. Temor a ser juzgada, a ser valorada de una forma distinta a como yo me valoro ...o estoy acostumbrada a que lo hagan los demás, a sentirme humillada por lo que esas personas pudieran decir o pensar de mí, de mi cuerpo, de mi aspecto, de mis defectos. Temor a perder una seguridad en mí misma conseguida a lo largo de muchos años y mucho trabajo. Temor a verme despojada no solo de la ropa, sino de las defensas que he ido creando a lo largo de mi vida y me han servido para esconderme algunas veces, otras alejarme o incluso disfrazarme, pero siempre para protegerme. Creo que la primera situación mental a la que podría llevarme una experiencia así sería a la pérdida de control. Incluso desde mi posición sumisa, de algún modo, siempre intento mantener ese control, no sobre la situación por supuesto, pero sí sobre mi propia mente y el hecho de sentirme desprotegida bloquearía esa capacidad de controlarme, lo cual, inevitablemente me llevaría a otro tipo de temor, el temor a ser totalmente controlada y manipulada por otra mente, a ser despojada por completo de mi voluntad y capacidad de decisión, a ser incluso deshumanizada, para pasar a convertirme en un mero objeto, una marioneta en otras manos. Lo más curioso, quizás, es que cuando llego a este punto de la reflexión la mujer que hay dentro de mí se rebela, dice NO, no quiero vivir algo así, no estoy dispuesta a perder mi identidad. En cambio, y ahí viene lo curioso, soy perfectamente consciente de que al final ésa es, o debería ser, la auténtica esencia de la sumisión, la entrega en cuerpo, mente y alma sin condiciones y posiblemente, al menos en lo que a mí se refiere, sin atravesar un proceso de ese tipo nunca podría darse esa sumisión absoluta. La única duda estriba ahora en si sería capaz de reunir el valor suficiente para vivir el proceso, que de eso ya no estoy tan segura. En cualquier caso, gracias a esta reflexión me doy cuenta de que no se trataría de anular a la mujer, sino de apartar la parte de la mujer que no permite crecer a la sumisa y eso no se puede negar que es un gran reto, tanto para ella misma como para, por supuesto, su Amo."

 
 Gracias por tu comentario Anastasia. Aquí viene el video
 
 
 

domingo, 15 de diciembre de 2013

Exhibida


“La exhibición es parte de tu formación como objeto, un objeto que debe ser también disfrutado por otros y que a mí como tu dueño me enorgullece”  Master Rais
 
Tengo que reconocer que soy una mujer coqueta, probablemente como todas. Siempre me ha gustado elegir mi vestuario y cuidarme. Notar las miradas, disimuladas de los hombres y otras más descaradas de algunas mujeres. ¿Vanidad?, si claro.
 

La primera vez que mi Amo que me iba a exhibir pensé que no sería nada nuevo para mí,  lo había hecho y hablado con amigas en discotecas y bares. Pero fue algo muy distinto, no se trataba de mostrar lo que yo quería enseñar y a quien quería hacerlo, se trataba de mostrar lo que los otros querían ver, aunque yo pensase que no tenían el derecho. Mi opinión no importaba, tampoco si me sentía más o menso cómoda, eran ellos los que tenían que disfrutar.

La primera vez fue en una inauguración de una galería de arte. Mi Amo me había dicho que era el sitio ideal para sentirme como una de aquellas obras expuestas. Un objeto de arte, pero objeto al fin y al cabo. Quería que experimentase esa sensación de ser observada como un objeto, sentirme como tal.

 
Me pareció una idea divertida, hasta que me llegaron las instrucciones de vestuario y comportamiento. Era verano, falda corta pero no demasiado, sandalias de tacón extremo, blusa con botones delanteros, prohibido el sujetador. Maquillaje muy cuidado pero discreto. Sonreír y ser amable con quien se acercase, pero manteniendo siempre una actitud tímida. No proteger mi cuerpo con brazos, bolso o carpeta si alguien lo miraba con descaro. Me empecé a poner más nerviosa, no era lo mismo que ir con las amigas a una disco, vestidas para matar y reírnos un poco de los tíos que se nos acercaban.

Llegué con mi Amo a la galería. Me empecé a sentir incomoda. La blusa de seda me acariciaba los pezones y los endurecía, prefería no comprobarlo en un espejo pero veía las miradas de los hombres con los que me cruzaba. Instintivamente me protegí con el catalogo de la exposición. Enseguida recibí la amonestación de mi Amo y corregí mi postura.

“¿Ves esas obras? Mira como las observan. Las miran, las disfrutan, las desean y valoran si pueden comprarlas. Quiero que te vean a ti así y que tú te sientas parte de esta exposición, un precioso objeto más. Desabróchate un botón de la blusa y pasea sola mientras yo charlo con alguien que conozco”

 

Me desabroché el botón sorprendiéndome a mi misma de hacerlo y pasee por la exposición. Al soltar el botón los pezones se liberaron un poco y me sentí mejor. La gente se conocía y yo era de las pocas personas que deambulaba sola. Me di cuenta que era también de las más jóvenes. Noté cómo los hombres me miraban y traté de sentir lo que me había dicho mi Amo, -soy un objeto- 

Se me acercó alguno, con esa torpeza masculina, para hacerme una pregunta que demuestra que no sabían nada ni de arte, ni de seducción, ¿qué  te inspira esta obra?. Seguí las instrucciones de mi Amo, sonreí y fui paciente, mientras veía cómo la vista de mi interlocutor iba sobre mi escote ignorando el cuadro del que hablábamos. Sentí esa sensación de objeto que me había dicho mi Amo, desconcierto, vergüenza.

Mi Amo me rescató. Paseamos juntos me presento gente y me dejaba con el que me había presentado mientras él saludaba a otros.

-¿Cómo te has sentido?-, me preguntó mi Amo cuando nos íbamos

-fatal, algunos me han hablado como si fuese una puta que te has traído a la exposición?-

- ¿y no crees que tienen razón?-

Dudé pero respondí –si claro- respondí. El sonrió

Yo también sonreí a los cuadros con complicidad mientras os marchábamos

Desde entonces han sido muchas las ocasiones en las que he sido exhibida. El entorno ha cambiado, desde sitios convencionales a los más sórdidos, pero mi sensaciones siguen siendo las mismas, incomodidad, vergüenza y humillación, pero sobre todo una enorme alegría al ver la satisfacción de mi Amo y de convertirte poco a poco en ese objeto que el desea.

 
 
 
 
     

martes, 10 de diciembre de 2013

Cisne Blanco & Cisne Negro


El Cisne Blanco, mi yo diario. El Cisne Negro, mi yo oscuro

 
No soy una mujer insegura, hay  una voz interna que me dice siempre que lo voy a conseguir que de alguna forma obtendré aquello que quiero y que me he propuesto pero eso solo es aplicable en mi mundo vainilla. Mi otro mundo, el que tú has creado, es muy diferente, me siento frágil, dependiente de ti y a veces pierdo esa seguridad de la que tan orgullosa estoy en mi personalidad de cisne blanco.
 
 
El cisne negro es un personaje de la noche, un ser que tú  has diseñado de acuerdo a tus caprichos. Un objeto hecho para tu placer, que apenas tiene voluntad. Digo apenas, porque a veces me rebelo contra ese personaje, nunca contra ti Mi Señor. Es un reflejo instintivo que no puedo controlar, que viene de muy dentro y que procede de mis más profundas convicciones, como mujer de mi época y mi mundo.
 
No tardas mucho en ponerme de nuevo en mi sitio y mostrarme que el cisne negro ha habitado en lo más profundo de mí toda la vida. Que mi mente y mi cuerpo están hechos y desean ser ese objeto de tus caprichos, fantasías y perversiones. Me has llevado más allá de lo que jamás habría podido pensar en la manipulación psicológica y en el uso de mi cuerpo. He sentido la humillación y el dolor físico. Pero también, como nunca, la satisfacción de verme valorada como jamás me había ocurrido, de sentirme mimada. He descubierto el deseo desesperado y el placer intenso. Me encanta ser el cisne negro.

Pero ese cisne negro es inseguro, es el resultado de tu destrucción de la personalidad del cisne blanco. Debo crear una nueva que se adapte a ese personaje que sale de mí y no es fácil. Sé que no te gusta esa inseguridad y que poco a poco la vas corrigiendo, a veces con paciencia, otras con castigo. Acepto el castigo como algo necesario en mi formación y quiero que venga lo antes posible si eso me hace ser mejor para ti, pero no puedo evitar temblar un poco sabiendo que puedes ser muy duro. 

martes, 12 de noviembre de 2013

Castigo Público


Siempre tengo miedo al castigo, sobre todo cuando se produce en un lugar público. En ese caso no solo tengo miedo al dolor, sino también a fallarte a no estar a la altura de las circunstancias o no poder responder como esperas. Sé que quieres de mi que este muy quieta, que no gima ni me mueva cuando se produce el golpe, que no llore y por supuesto que no pida que el castigo cese ni tampoco ningún tipo de compasión.

Estamos en un lugar público, en una fiesta de un local que frecuentamos bastante, que te gusta y donde tienes amigos. La fiesta tiene prevista una exhibición de castigos de sumisas. Conozco las reglas, he sido espectadora en otras ocasiones pero esta vez me dices que me has inscrito. Estoy nerviosa, no sé cómo responderé, sé también lo que le ocurre a la sumisa que resulte ultima del concurso y no quiero pasar por eso.
 

La fiesta avanza, música, copas, conversaciones con otras parejas. En el centro de la sala un Ama hace un bondage a su sumiso. No me quito de la cabeza lo que vendrá.

Anuncian el concurso, 8 sumisas inscritas, oigo mi nombre entre ellas, ryna de Rais .

Me vendas los ojos y me llevan a la fila de las concursantes. No puedo ver nada pero se activa mi imaginación. Cesa la música para que se puedan oír bien los ruidos producidos por los castigos. El publico esta en silencio, llaman a la primera sumisa, unos minutos después, se oyen los primeros golpes y los gemidos de ella. Identifico que el instrumento de castigo es una vara.  Llega mi turno, ryna. Una mano me coge del brazo y me hace avanzar. Me lleva donde me esperas. No veo nada pero tu caricia en mi mejilla me tranquiliza
 - ¿Cómo estas?-
-asustada pero dispuesta-
-lo vas a hacer muy bien-
-vas a estar orgulloso de mi-
- no tengo ninguna duda- 
Siento las miradas de todos. Me besas ligeramente en los labios, trato de responder pero ya te has apartado.

Visto botas altas, medias y corset. -Camina un poco- me ordenas . Lo hago y me siento torpe al hacerlo sin ver. De nuevo noto las miradas de todos y tengo la intención de encogerme,  de protegerme, de dejar actuar mi naturaleza tímida. Pero sigo andando rígida, segura de mi misma, que es como sé que te gusta que lo haga.

-Ven aquí- me dices. Avanzo hacia tu voz.-Ya sabes qué posición debes adoptar- Me doblo hacia delante y mis manos se posan sobre una tarima casi a nivel del suelo. Hago yoga y es una posición que puedo controlar sin problemas.

 
Acaricias mis nalgas con la vara y enseguida viene el primer golpe, me muevo ligeramente y viene el segundo más fuerte, y el tercero, y el cuarto. Los voy contando con una voz cada vez mas entrecortada. No he gemido pero me estoy moviendo mucho más de lo que te gusta. – Veinte - , hemos llegado a la mitad del castigo. Me duele mucho y no he podido contener las primeras lágrimas.

 

A partir de aquí hasta el final siento que todo es descontrol, se me escapan los gemidos, muevo el cuerpo pero consigo mantener los pies clavados al suelo.
 – Cuarenta-
- Incorpórate- 
Me pongo de nuevo rígida y te pido perdón. No me respondes. Una mano me vuelve a coger del brazo y me pasea por la sala. Las lágrimas escapan por debajo de la venda que me cubre los ojos-  A veces mi guía  me hace detener y manos extrañas me tocan las nalgas para comprobar los efectos del castigo.

 

Abandonada por mi guía en algún lugar de sala me quedo de pie y rígida esperando que te acerques a mi y me digas algo. “perdón si te he fallado”

 

martes, 5 de noviembre de 2013

El Codigo de mis Piernas

Mi Amo me enseño a respetar siempre los códigos y en especial las señales que mando con la posición de mis piernas

Piernas Cruzadas

Indican al mundo vainilla que no soy accesible, da igual  si llevo minifalda o pantalón, soy una propiedad privada a la que no se puede acceder

 
 
 


Piernas Ligeramente Abiertas

Es la posición a adoptar ante cualquier Dominante. Indican mi naturaleza de objeto accesible a los iniciados.


 



 
 

lunes, 4 de noviembre de 2013

Kiss the Whip

Todo un himno

Kiss by the Whip, The Whip Skin Strips

Get your Pleasure by any Measure

Pain Lasts Forever

http://www.youtube.com/watch?v=t7uPw3sHmvk

Sumisas Tapadas


No era la primera vez que viajaba a un país islámico pero si la primera después de mi iniciación como sumisa. Fui a Qatar por motivos de trabajo ya en el aeropuerto me sentí rara pero no identifiqué el motivo. En el hotel casi no había mujeres solas y las pocas que había éramos todas occidentales.

Me fije en un grupo de mujeres totalmente cubiertas con velos negros  que tomaban el te en un salón mientras esperaban a sus maridos que cenaban en el restaurante con unos extranjeros. Las miré con otros ojos y pensé que la escena podría titularse “esperando al Amo”. Sonreí y me aleje.


 No me quitaba de la cabeza la escena y casi me molestaba comprenderlas, la única diferencia entre ellas y yo es que mi sumisión es voluntaria, elegida y posiblemente ellas no tienen esa alternativa. Por lo demás sentía que no había diferencia. Entrega al Amo, disponibilidad para El y sobre todo Respeto. Me preguntaba si ellas lo verían así y si no estaremos equivocados en occidente cuando las vemos como simples esclavas. Sea como sea la libertad de elección es básica.

Al día siguiente fui a unos grandes almacenes. Había tiendas de todas las marcas de lujo, Prada, Hermes, LV, me resultaba curioso que estuviesen viendo vestidos, blusas, ¿para qué? . La respuesta era obvia, para Ellos.



 En una zona solo para mujeres me topé con una tienda de Victoria’s Secret, como si fuesen unos grandes almacenes de Londres o Milán. Estaba llena y ellas curioseaban sujetadores, medias y corsets. Verdaderamente me impresionó. Cada vez me sentía más próxima a ellas.



 
Vi la misma escena en el Bazar de Doha. Esta vez no eran tiendas elegantes, sino tiendas de ropa interior femenina tradicional, predominaba el color rojo y las prendas tenían encajes y colgantes metálicos como los que llevan las bailarinas de la danza del vientre. Superando la vergüenza entré y compre algo, a ojo, sin probármelo, para salir de la tienda lo antes posible.

 


Me lo puse en el hotel y me miré al espejo, me sentí bien, pensé en enviarte una foto, Mi Señor, pero preferí mantenerlo como sorpresa.

En ese momento decidí que aprendería a bailar la danza del vientre.

Durante los dos días que estuve en Qatar tuve relación  solo con occidentales, así que no puedo contar ninguna experiencia del trato que ellos dan a una mujer.

La última noche baje a cenar al restaurante del hotel. Solo había hombres, occidentales y qataríes. Me sentí incomoda y salí del restaurante para ir al salón de té donde estaban sus mujeres y donde era sin duda mi sitio. Mientras tomaba el té y la tarta pasó  un grupo de hombres qataríes con sus túnicas blancas  dejando un olor a perfume denso y dulce. Me miraron descaradamente y comentaron entre ellos. Les mantuve la mirada con cierto descaro también  pero enseguida recordé las instrucciones de mi Amo   –“ante cualquier Dominante eres siempre una sumisa, compórtate como tal”- . Bajé la cabeza. Me di cuenta que tenía las piernas cruzadas, posición inadmisible en una sumisa, cambié de posición inmediatamente. La falda me quedaba ligeramente por encima de la rodilla, no era muy corta, pero sentía que continuaban mirándome. No alcé la vista, me quede muy quieta y seguí tomando el té. Al cabo de unos minutos que se me hicieron eternos se alejaron.

Sumisión y entrega al Amo, objeto de su placer o de sus caprichos, Si



Pero siempre bajo la libre elección.




 

Cuando me destrozas los nervios

No se si es una parte relevante de nuestra relación o si debería empezar por ella, pero es la que tengo mas reciente en mi mente y en mi cuerpo después de la otra noche. Perdón Sr si debía haber empezado por hablar mas de mis sentimientos hacia ti.

No sueles atarme cuando me vas a castigar pero sabes que en este caso debes hacerlo porque sino no puedo soportarlo. La posición en la que me colocas y las cuerdas tensas me indican lo que va a suceder. Siento ya  la excitación  en mi cuerpo y se que esta vez irás un poco mas lejos que la ultima, es tu forma de demostrarme que los límites no existen.

No tienes prisa y acaricias mi cuerpo que para esta vez has dejado completamente desnudo. Como siempre no puedo ver nada a través de la venda que cubre mis ojos por lo que disfruto enormemente el contacto de tu mano. La falta de un sentido agudiza el resto.



Oigo el sonido eléctrico de la máquina que se pone en funcionamiento y no tardo en sentirla en la parte mas sensible de mi cuerpo. Me altera pero me gusta ese contacto. La vas moviendo suavemente y en algunos momentos la siento dentro de mi. Disfruto esta parte sin preocuparme de lo vendrá luego. No tardas mucho en llevarme al orgasmo y gimo cuando llego a él, a pesar de que me lo tienes prohibido.



Cesa el ruido de la máquina y me besas en los labios, respondo ansiosa. Me gusta tu mezcla de dulzura y severidad.

Me dejas unos segundos y de nuevo oigo el ruido de la máquina. Mi cuerpo está muy sensible, mis nervios a flor de piel por lo que el contacto con la máquina me hace gritar inmediatamente. Paras y me metes en la boca el bozal, muerdo la bola y noto cómo aprietas fuerte la correa que se clava en mi nuca.

Vuelve la maquina sobre mi y hace que mi cuerpo se arquee contra las cuerdas que lo sujetan, muerdo la bola para aguantar mejor. Todos mis nervios están en tensión, es como si fuesen a reventar y salirse de mi cuerpo.

Paras, se que serán solo unos segundos. Al relajarme un poco siento mi respiración agitada y el corazón a mil. Subes el volumen de la música de fondo, los cantos gregorianos que pones para sesiones especiales, y continuas. Mi cuerpo está ya empapado de sudor y la saliva escapa de mi boca y me moja el cuello.

 


Me das otro respiro. He perdido la cuenta de las veces que has parado e iniciado de nuevo. Estoy agotada, no puedo mas y trato de indicártelo diciendo NO con mi cabeza.

Lo ignoras e inicias de nuevo. Comienzo a llorar, no es un llanto de gemidos contenidos, sino un llanto descontrolado provocado por los nervios y la sensación de agotamiento, de estar en el limite.

No se el tiempo que duró la sesión, ni las veces que paraste y volviste a empezar. Oí de nuevo tu voz -"tranquila, lo has hecho muy bien"- me quitas el bozal y comienzas a desatarme. Mi cuerpo se sigue agitando y no he dejado de llorar, pero ahora el llanto se ha transformado en un ligero sollozo.



Tengo toda mi piel extremadamente sensible. Me besas el cuerpo. Me abrazo a ti y comienzas a acariciarme el pelo. Poco a poco dejo de temblar y se apodera de todo mi cuerpo una sensación de placentero relax.