Cada vez entiendo más
el BDSM como un encuentro de mentes en el que se produce el juego de la dominación
De nuevo me habías
impuesto el cinturón de castidad mental al prohibirme el sexo. De nuevo volvía
sentir como nunca el deseo, las fantasías, la necesidad de ser tomada.
Pero esta
vez decidí que serias tú quien me tomases. Si, lo decidí.
No me
bastaba cualquiera, como llegué a pensar la vez anterior, tenías que ser tu
quién a la vez me liberase del castigo y me diese el placer que necesitaba.
He jugado
con los hombres, lo confieso. Me ha divertido provocarles, excitarles y luego
dejarles así. ¿Calientapollas?, puede, es un juego y no soy la única que lo
practica.
Si con los
otros ha funcionado ¿por qué no podía funcionar contigo?
Así que nada
de seducción de sumisa, nada de vestirme de sumi provocativa, esta vez sería
esa mujer que liga y seduce en el mundo vainilla.
Lo primero fue
elegir atuendo. Los vaqueros rompían la idea de sumi, dudé si ponerme medias
debajo para cuando me los quitases pero lo descarte, muy sumi. Top sin botones para
evitar el juego de “desabróchate uno” y eso sí, taconazos. Perfume medio
intenso de Joe Malone y maquillaje justo.
En la cena
noto que empieza a hacer efecto la estrategia y que me empiezas a mirar de otra
forma. Por un momento me doy cuenta que vuelvo a mis actitudes sumisas pero
corrijo enseguida y vuelve a la mesa la mujer vainilla.
Doy un paso más
y te pido que me llames por mi nombre, no ryna, ni nena, ni cucciola, llámame …..Vamos a tomar una copa y te pido ir un local que se que estará a tope. Los apretones hacen que estemos muy juntos y sigo con mi estrategia de roces.
“Vámonos”
Me sorprendo respondiendo, “Yes Sir”
El resto de
detalles pertenecen a nuestra intimidad pero, como los antiguos griegos, comprobé
que los Dioses a veces sois mortales y eso os hace fascinantes.