De rodillas en la cama, las piernas separadas, el cuerpo inclinado hacia adelante con la cara apoyada en la sabana y mis brazos extendidos sobre la cama en cruz. Siento su golpe cada vez que entra desde detrás dentro de mí. Necesitaría poder apoyar las manos y tener algo más de libertad en mis movimientos y poder manejar mi placer, pero Él lo sabe y me exige esa posición. Cada entrada suya desata mis nervios que no encuentran válvula de escape y se acumulan. Tengo orden de no moverme, de no gemir, de no decir una palabra y me muerdo los labios para conseguirlo.
Me gira antes de terminar y ya se lo que espera de mi. Cierro los ojos y abro la boca. Entra en ella hasta el fondo, me sujeta del pelo y termina dentro. Actúo con suavidad, sé que Él estará muy sensible y no quiero pasarme. Me deja hacer y luego cae al lado mío en la cama. Me observo, el sujetador abrochado pero a la altura de la cintura junto con la falda, las medias y un zapato puesto, ni rastro del otro.
Su respiración agitada me da la satisfacción de lo bien hecho. Me sonríe en la oscuridad y me acurruco mimosa a su lado. Ahora entiendo a lo que se refería cuando al inicio de la relación me decía que sería un "objeto de placer" Me ha costado entenderlo y sobre todo aceptarlo, pero soy suya y eso me llena de satisfacción y como algo suyo me entrego a La Posesión.
Nos dormimos sobre la cama, medio vestidos. Empieza a amanecer es sabado y la luz comienza a entrar por los enormes ventanales de la habitación.