viernes, 27 de diciembre de 2013

Lesbian Show


No me considero una mujer bisexual, no me fijo en otras mujeres por la calle, ni tengo fantasías eróticas con ellas, pero he aprendido a disfrutar el cuerpo de otra mujer  y a relajarme y sentir placer cuando lo hacen con el mío. La vida es un camino de nuevos descubrimientos.
 

Tengo los ojos vendados y estoy desnuda, solo visto unas botas de tacón alto y mi collar al cuello. A pesar de estar en una casa de campo en pleno invierno no hace frio, la chimenea esta cerca y me llega el calor del fuego y su olor. Intuyo que es la única luz que ilumina la sala. Música suave gregoriana.
 
 
 Siento la presencia de ella frente a mí. Avanzo cuando recibo la orden y choco con su cuerpo también desnudo. Nos abrazamos y nos atan cuerpo contra cuerpo. La cuerda aprieta y nuestros cuerpos se adaptan uno al otro. Noto su respiración agitada. Lleva también una venda en los ojos.



Cae el primer golpe de cinturón sobre mi espalda. Ella se agita casi más que yo misma. El segundo golpe de cinturón es casi simultáneo sobre mi nalga. Ella decidirá cuando me libera de esos golpes y los desvía hacia su cuerpo. No tarda en solidarizarse y hacerlo. – “A mí, Señores”- . Oigo los cinturones cayendo sobre su cuerpo y ella me abraza más fuerte.

No tardo tampoco en dar yo el relevo y noto como los golpes son más fuertes que al inicio. Hago un esfuerzo enorme por estarme quieta y no gemir. La cadena de relevos se repite y ella viene pronto en mi ayuda.

Casi no puede estar quieta y se le han escapado algunos gemidos. La intensidad debe ser alta y no me siento con fuerzas de dar el relevo, sé que tengo que hacerlo pero no puedo. Ya no contiene el dolor y gime a cada golpe, sus manos se crispan sobre mi espalda y me clava ligeramente las uñas. –“Por favor”- me dice, o les dice a ellos. Ya es tarde no quiero recibir los golpes y me callo.

Por fin los golpes terminan y nos desatan. Nuestros cuerpos están sudando. –“Perdóname”-. No me responde.

Recibimos la orden de tumbarnos en el suelo y a mí de lamerle las heridas. La sensación de la alfombra sobre mi piel me resulta agradable y reconfortante.  Acaricio con mi mano y mi lengua su espalda. Se queda muy quieta. Llego a su cara y trato de besarla pero me aparta los labios. Continuo besando y acariciando su magnífico cuerpo que aun tiembla.
 
 
Bajo hacia su vientre y me meto entro sus piernas. Me deja hacer. Noto que está  húmeda y que me espera, pero no lo hago y vuelvo sobre su boca. Esta vez si se deja besar y me responde. Me abraza  me mete su pierna entre las mías, me aprieta con su muslo entre ellas y frota. Respondo haciendo lo mismo y nos agitamos con nuestros cuerpos fundidos.
 

Nos besamos, boca, cuello, senos. Siento que no soy capaz de responder con la misma pasión que ella y decido bajar de nuevo con mi boca entre sus piernas. Me deja hacer de nuevo. Se tensa, gime, tengo la sensación de haber ganado la partida.
 

De pronto una mano me coge del pelo y me retira. –“Basta”- Reconozco la voz de su Amo. Me apartan de su cuerpo y me quitan la venda. Mi Amo esta a mi lado.

Ella se queda quieta en el suelo. No sabe qué hacer.  Veo su cuerpo sudando iluminado por el fuego.

-“¿Estas caliente?”- Le pregunta su Amo. Apenas responde un bajísimo – “Señor”-

El coge la cubitera del champagne quita la botella y descarga el contenido de agua y hielo sobre el cuerpo de ella. Se tensa pero no se mueve, apenas ha dejado escapar un leve grito. Los cubos de hielo resbalan sobre su cuerpo y dejan un reguero de agua que se mezcla con el sudor.

Mi Amo me pone la cadena y me sacan entre los dos de la sala. No sé si para premiarme o castigarme. No vuelvo la cara pero la imagino abandonada a la luz tenue de la sala.