domingo, 15 de diciembre de 2013

Exhibida


“La exhibición es parte de tu formación como objeto, un objeto que debe ser también disfrutado por otros y que a mí como tu dueño me enorgullece”  Master Rais
 
Tengo que reconocer que soy una mujer coqueta, probablemente como todas. Siempre me ha gustado elegir mi vestuario y cuidarme. Notar las miradas, disimuladas de los hombres y otras más descaradas de algunas mujeres. ¿Vanidad?, si claro.
 

La primera vez que mi Amo que me iba a exhibir pensé que no sería nada nuevo para mí,  lo había hecho y hablado con amigas en discotecas y bares. Pero fue algo muy distinto, no se trataba de mostrar lo que yo quería enseñar y a quien quería hacerlo, se trataba de mostrar lo que los otros querían ver, aunque yo pensase que no tenían el derecho. Mi opinión no importaba, tampoco si me sentía más o menso cómoda, eran ellos los que tenían que disfrutar.

La primera vez fue en una inauguración de una galería de arte. Mi Amo me había dicho que era el sitio ideal para sentirme como una de aquellas obras expuestas. Un objeto de arte, pero objeto al fin y al cabo. Quería que experimentase esa sensación de ser observada como un objeto, sentirme como tal.

 
Me pareció una idea divertida, hasta que me llegaron las instrucciones de vestuario y comportamiento. Era verano, falda corta pero no demasiado, sandalias de tacón extremo, blusa con botones delanteros, prohibido el sujetador. Maquillaje muy cuidado pero discreto. Sonreír y ser amable con quien se acercase, pero manteniendo siempre una actitud tímida. No proteger mi cuerpo con brazos, bolso o carpeta si alguien lo miraba con descaro. Me empecé a poner más nerviosa, no era lo mismo que ir con las amigas a una disco, vestidas para matar y reírnos un poco de los tíos que se nos acercaban.

Llegué con mi Amo a la galería. Me empecé a sentir incomoda. La blusa de seda me acariciaba los pezones y los endurecía, prefería no comprobarlo en un espejo pero veía las miradas de los hombres con los que me cruzaba. Instintivamente me protegí con el catalogo de la exposición. Enseguida recibí la amonestación de mi Amo y corregí mi postura.

“¿Ves esas obras? Mira como las observan. Las miran, las disfrutan, las desean y valoran si pueden comprarlas. Quiero que te vean a ti así y que tú te sientas parte de esta exposición, un precioso objeto más. Desabróchate un botón de la blusa y pasea sola mientras yo charlo con alguien que conozco”

 

Me desabroché el botón sorprendiéndome a mi misma de hacerlo y pasee por la exposición. Al soltar el botón los pezones se liberaron un poco y me sentí mejor. La gente se conocía y yo era de las pocas personas que deambulaba sola. Me di cuenta que era también de las más jóvenes. Noté cómo los hombres me miraban y traté de sentir lo que me había dicho mi Amo, -soy un objeto- 

Se me acercó alguno, con esa torpeza masculina, para hacerme una pregunta que demuestra que no sabían nada ni de arte, ni de seducción, ¿qué  te inspira esta obra?. Seguí las instrucciones de mi Amo, sonreí y fui paciente, mientras veía cómo la vista de mi interlocutor iba sobre mi escote ignorando el cuadro del que hablábamos. Sentí esa sensación de objeto que me había dicho mi Amo, desconcierto, vergüenza.

Mi Amo me rescató. Paseamos juntos me presento gente y me dejaba con el que me había presentado mientras él saludaba a otros.

-¿Cómo te has sentido?-, me preguntó mi Amo cuando nos íbamos

-fatal, algunos me han hablado como si fuese una puta que te has traído a la exposición?-

- ¿y no crees que tienen razón?-

Dudé pero respondí –si claro- respondí. El sonrió

Yo también sonreí a los cuadros con complicidad mientras os marchábamos

Desde entonces han sido muchas las ocasiones en las que he sido exhibida. El entorno ha cambiado, desde sitios convencionales a los más sórdidos, pero mi sensaciones siguen siendo las mismas, incomodidad, vergüenza y humillación, pero sobre todo una enorme alegría al ver la satisfacción de mi Amo y de convertirte poco a poco en ese objeto que el desea.