En las situaciones extremas conocemos nuestra verdadera naturaleza
Estaba despierta cuando oí los pasos que se acercaban a mi habitación, no
era la primera noche que ocurría pero si la primera en la que sentí que me había
humedecido. Me invadieron la vergüenza y el miedo. Mi naturaleza de puta sumisa
salía del armario sin control.
Eran tres y en cuando me levantaron de la cama se dieron cuenta, siempre
nos metían la mano entre las piernas para comprobar si había excitación.
“Good girl”
De rodillas trate de esmerarme y mostrar lo que sabía hacer, aunque su
violencia apenas me lo permitía. Enseguida me penetró el primero.
Con horror me di cuenta que estaba sintiendo placer y aunque trate de
ocultarlo no lo conseguí. Los gritos que salían de mi boca eran inconfundibles.
Empezaron las risas, las burlas, los insultos.
“ You like it, bitch ?” “ Yes Sir, Yes, Sir”
Alternaban momentos de fuerte intensidad con pausas en las que me
preguntaban si quería mas. Ya no me importaba humillarme y pedirlo.
“Fuck me Sir” Fuck me Sir”
“ Where the hell is your education, slut ?”
“Please, please”
“Please what ?
“Please fuck me Sir”
Me corrí, no pedí permiso, no estaba en condiciones de controlar el orgasmo.
Me corrí en uno de los orgasmos más violentos y prolongados que he tenido. Me
abrace al hombre que me lo había provocado y le di las gracias.
Siguieron sin tener en cuenta mi final, pasándome de uno a otro, pero yo ya
no sentía nada, al contrario de otras veces en que estoy supersensible después
del orgasmo, ahora estaba anestesiada. Veía todo como desde un sueño o una
borrachera. No oía lo que me decían.
Me sentía enormemente humillada y enfadada conmigo mismo por decepcionarme así.
No siquiera reaccione cuando terminaron sobre mi cara.
Como siempre la ducha fría me purifico.