viernes, 7 de noviembre de 2014

Entrenamiento de una sumisa. Reflexiones


Casi tres meses después de mi entrenamiento internada en un centro de adiestramiento de sumisas me pregunto ¿cuál ha sido el balance?. ¿En qué forma he cambiado?

 
Ya conté en algún post anterior  la experiencia en el internado pero necesitaba algún tiempo para asimilar lo vivido. El principal recuerdo de aquellos días es el miedo y la humillación. El miedo a las situaciones desconocidas, al dolor y la humillación de las situaciones vividas, interrogada, utilizada, usada. Días y sobre todo noches interminables  en las que pensé que no podría seguir adelante.



Ahora con el paso del tiempo creo que lo que consiguió esa semana de entrenamiento fue presentarme y hacerme aceptar definitivamente mi naturaleza sumisa.

Desde que mi Amo me sometió hace un año y descubrí el mundo del BDSM, siempre había mantenido una lucha interior. La sumisión y la entrega no son propias de una mujer de mi generación, no estaba educada para eso. Tenía éxito con los hombres una buena carrera profesional y de pronto decía que: “tenía Amo”, “me entregaba”, “servía”, “era usada” y además vivía situaciones donde era y me sentía solo un objeto.

Mi Amo me decía que me iba a convertir en un maravilloso objeto de deseo y uso y yo sentía que cada vez avanzaba más en esa dirección. Cada vez caía más en el abismo profundo pero aunque avanzaba dócilmente por ese oscuro túnel siguiendo su voz, algo en mí se rebelaba permanentemente y decía no, no, no.

Me sentía hipnotizada por El. A veces lo odiaba por hacerme lo que me hacía pero en el interior de mi sabía que nadie con El había descubierto mi alma oscura.

La sensación de ser un precioso objeto era nueva para mí y a veces lo disfrutaba siguiendo todos los rituales de la feminidad al servicio del dueño. Cuidado personal, ropa, maquillaje, lencería. No había un solo de esos aspectos que no lo hiciese orientado desde mi role de objeto

Pero me seguía rebelando y buscaba explicaciones a mi comportamiento, curiosidad, aventura, la capacidad seductora de mi Amo.

El entrenamiento me mostro algo que me negaba a reconocer, la sumisión está en mi naturaleza. Mi Amo me había hecho pasar por pruebas de cesión a otros Amos y mientras era usada por ellos destilaba un profundo desprecio, no tenían ningún derecho a hacer lo que hacían ni a tenerme, estaba allí solo por cumplir las órdenes de mi Amo, mi soberbia me permitía pasar la prueba satisfactoriamente sobre todo en relación conmigo misma.

Los días del internado fueron diferentes. No podía recurrir unas horas después a mi Amo para que me consolase, estaba sola frente a seres verdaderamente dominantes. No sabían quién era yo y no les importaba. Usaban y me hacían servir de forma natural sin sentirse agradecidos a mi dueño. Veían solo en mí el objeto que mi Amo había construido.

Y baje definitivamente la cabeza. Reconocí a aquellos extraños su derecho a usarme, no solo porque mi Amo me había puesto en esa situación, sino por su condición de Dominantes y la mía de sumisa. Se acabó la lucha.

Miedo y humillación, si. Pero también la satisfacción y el placer que mi nueva condición me proporcionaba.

Volví a los brazos de mi Amo después de aquellos días de lo que en ese momento consideraba un infierno. Recibí los mimos de una buena perrita que se ha portado bien y desde entonces creo que le sirvo mejor y disfruto y acepto lo que soy su objeto

 

Tal vez no esté completamente entrenada ya que a veces sigo despreciando a los que sin merecerlo me usan