Casi tres meses después
de mi entrenamiento internada en un centro de adiestramiento de sumisas me
pregunto ¿cuál ha sido el balance?. ¿En qué forma he cambiado?
Ya conté en algún post
anterior la experiencia en el internado
pero necesitaba algún tiempo para asimilar lo vivido. El principal recuerdo de
aquellos días es el miedo y la humillación. El miedo a las situaciones
desconocidas, al dolor y la humillación de las situaciones vividas,
interrogada, utilizada, usada. Días y sobre todo noches interminables en las que pensé que no podría seguir
adelante.
Ahora con el paso del
tiempo creo que lo que consiguió esa semana de entrenamiento fue presentarme y
hacerme aceptar definitivamente mi naturaleza sumisa.
Desde que mi Amo me
sometió hace un año y descubrí el mundo del BDSM, siempre había mantenido una
lucha interior. La sumisión y la entrega no son propias de una mujer de mi
generación, no estaba educada para eso. Tenía éxito con los hombres una buena
carrera profesional y de pronto decía que: “tenía Amo”, “me entregaba”,
“servía”, “era usada” y además vivía situaciones donde era y me sentía solo un objeto.
Mi Amo me decía que me
iba a convertir en un maravilloso objeto
de deseo y uso y yo sentía que cada vez avanzaba más en esa dirección. Cada
vez caía más en el abismo profundo pero aunque avanzaba dócilmente por ese
oscuro túnel siguiendo su voz, algo en mí se rebelaba permanentemente y decía
no, no, no.
Me sentía hipnotizada por
El. A veces lo odiaba por hacerme lo que me hacía pero en el interior de mi
sabía que nadie con El había descubierto mi alma oscura.
La sensación de ser un
precioso objeto era nueva para mí y a veces lo disfrutaba siguiendo todos los
rituales de la feminidad al servicio del dueño. Cuidado personal, ropa,
maquillaje, lencería. No había un solo de esos aspectos que no lo hiciese
orientado desde mi role de objeto
Pero me seguía rebelando
y buscaba explicaciones a mi comportamiento, curiosidad, aventura, la capacidad
seductora de mi Amo.
El entrenamiento me
mostro algo que me negaba a reconocer, la sumisión está en mi naturaleza. Mi
Amo me había hecho pasar por pruebas de cesión a otros Amos y mientras era
usada por ellos destilaba un profundo desprecio, no tenían ningún derecho a
hacer lo que hacían ni a tenerme, estaba allí solo por cumplir las órdenes de
mi Amo, mi soberbia me permitía pasar la prueba satisfactoriamente sobre todo
en relación conmigo misma.
Los días del internado
fueron diferentes. No podía recurrir unas horas después a mi Amo para que me
consolase, estaba sola frente a seres verdaderamente dominantes. No sabían
quién era yo y no les importaba. Usaban y me hacían servir de forma natural sin
sentirse agradecidos a mi dueño. Veían solo en mí el objeto que mi Amo había
construido.
Y baje definitivamente la
cabeza. Reconocí a aquellos extraños su derecho a usarme, no solo porque mi Amo
me había puesto en esa situación, sino por su condición de Dominantes y la mía
de sumisa. Se acabó la lucha.
Miedo y humillación, si.
Pero también la satisfacción y el placer que mi nueva condición me
proporcionaba.
Volví a los brazos de mi
Amo después de aquellos días de lo que en ese momento consideraba un infierno. Recibí
los mimos de una buena perrita que se ha portado bien y desde entonces creo que
le sirvo mejor y disfruto y acepto lo que soy su objeto
Tal vez no esté completamente
entrenada ya que a veces sigo despreciando a los que sin merecerlo me usan