domingo, 30 de marzo de 2014

Take a Walk on the Wild Side


 
 
Algunos lectores de este blog a los cuales agradezco mucho que lo sigan me han sugerido que muestre más sentimientos y que no me limite solo a la descripción de los hechos. En todos los posts he tratado de que esto fuese así pero veo que no lo he conseguido. En el post, “Te Odio, Me Odio”, traté al inicio de dejarme llevar por esos sentimientos más que por el mero relato de lo ocurrido.

Siempre es difícil describir sentimientos, sobre todo cuando han pasado unos días, pero intentaré reflejar lo que he sentido en esta última semana tan convulsa. El paso de los días configura en nuestra mente una realidad que es en definitiva “nuestra realidad”, poco importa si eso se atiene exactamente a lo que un notario de la mente y el alma pudiese haber reflejado en acta en ese preciso momento, pero si el ejercicio de la escritura actual es sincero, el resultado será la descripción de una de las muchas realidades que un hecho concreto pudo haber creado en nuestra mente.

Mi primer sentimiento es de indignación y rebelión, lo trate de reflejar en el post “Cisne Blanco, Cisne Negro”. Soy una mujer de mi generación, educada en la igualdad y acostumbrada a ser tratada con especial cuidado por los hombres. En ese mundo no es concebible la sumisión, la entrega del cuerpo, ni mucho menos de la mente. Las raíces educativas y culturales son profundas y rechazan y atacan violentamente, como los glóbulos blancos, cualquier virus de la sumisión.

La indignación es por tanto el primer sentimiento, indignación sobre todo conmigo misma y también con la persona, Mi Amo, que me ha llevado a esa situación. En muchas ocasiones me siento humillada en privado o en público (en los post Troia y Exhibida lo trato), tengo miedo al castigo físico, no soy masoquista.

Entonces, ¿por qué lo acepto?, ya que es ante todo una elección libre y voluntaria.

Me gusta satisfacer sus caprichos. Me llena plenamente seguir sus instrucciones, seguirle cuando explora los rincones más ocultos y pervertidos de mi mente y de la suya. Tengo miedo, a veces pánico, de seguir avanzando en el túnel pero no puedo resistir la curiosidad de descubrir lo que habrá detrás de la siguiente puerta.
¿Hasta dónde me llevará?

  

Está en mi naturaleza. Toda la vida he tratado de desarrollar mi mente, con el estudio, con la lectura, con la meditación. También de cuidar mi cuerpo, dietas, deporte, yoga, baile, tratamientos estéticos. Y sin duda mi look, ropa adecuada para cada ocasión, pelo, maquillaje. La entrega de todo ello a los caprichos de Su Mente, me parece ahora que da sentido a esa cuidada preparación. Me siento colocada en mi sitio cuando me usa y me transforma en objeto. Siento que mi naturaleza, y probablemente la de otras muchas mujeres (y hombres), es la de servir.
 

No es una cuestión  de géneros

No es un tema de confrontar hombre y mujeres, sino mentes fuertes con el resto
 

Hay quien debe ser servido y quien debe servir. Para los hombres sumisos es más fácil, reconocer al Ama Diosa, no solo es volver a los orígenes ancestrales, sino también a un estado bien visto por la sociedad, women to the power. Ante la general situación de poder del hombre en el mundo, el sumiso reconoce el poder femenino y es visto como moderno, progresista.
 
Para nosotras, sumisas, la situación es mas compleja. Vamos en contra de tendencia, no es moderno reconocer la fuerza del hombre, nuestra inclinación ante ella. Parece algo del pasado. Tanto esfuerzo y lucha para esto, me dirá una feminista, sin entender que nuestra entrega no es ante los hombres en general, sino ante uno en particular, igual que un sumiso no se entrega a todas las mujeres, sino a su Ama.

Por lo tanto entendamos que es una relación de mentes, de dos mentes concretas, una que necesita el dominio y otra que necesita ser dominada. Cuando esas mentes coinciden se produce el climax y por tanto la adicción y es eso lo que lo convierte el algo muy peligroso y también apasionante. Pero como decía Luo Reed

Take a Walk on the Wild Side
 

jueves, 27 de marzo de 2014

Adagio ma non troppo


Te pido que me vendes los ojos, me he acostumbrado a sentir desde mi mundo interior las sensaciones que causas sobre mi cuerpo

Silenzio

 
Desde que te fuiste después de la sesión en la mazmorra no había vuelto a tener noticias de ti. No me atrevía a llamarte ni tan siquiera a escribirte, no sabía lo que esperabas de mi. Tal vez que pacientemente me lamiese mis heridas y aguardase tu llamada. Ese silencio me mataba y me angustiaba. Cada vez que perdía de vista el teléfono volvía a él con la esperanza de encontrar un mensaje pero solo encontraba el silencio. La imaginación me atormentaba y me di cuenta que hay castigos mucho peores que la vara de bambú.

Anteprima
 

Por fin el mensaje, escueto sin preguntas, solo una instrucción “esta noche cena en el Nikkei 225 a las 9:30 Besos”
Sensación contradictoria entre alegría y enfado ¿y si no voy? ¿por qué no me llama?

Leo de nuevo el mensaje y entro en pánico. No me dice que ceno con El, no, no puede ser, seguro que es con El. ¿Entonces por qué no me lo ha dicho? ¿me habrá organizado una cena? ¿con quién?. No otra vez no, no estoy  aún preparada para hacerlo. No puedo mas, a la mierda.  La imaginación empieza a volar y decido no seguir pensando. Sé que iré y respondo "Ok , estarás tu?". Luego lo tacho y envío solo el "Ok"

Elijo un atuendo casual, nada de look sumi. Maquillaje moderado, vaqueros, camiseta de Custo y una cazadora de cuero. La única concesión los tacones, es mi naturaleza.
Sin embargo apuesto por un interior cuidado, medias bajo los vaqueros y conjunto de Victoria’s Secret

Mientras me visto veo en el espejo mi cuerpo lleno de marcas de la última sesión
 
Me esperas sonriente en la mesa, fantástica cena acompañada de Pouilly-Fumé. Fascinante conversación pasando de un tema a otro. Ninguna referencia a lo ocurrido en la mazmorra el otro día, ni tampoco al silencio.



Noto que el vino me empieza a hacer efecto, pero es ese efecto suave y placentero que te relaja sin hacerte perder un solo detalle de lo que ocurre, tal vez solo difuminándolos.

Adagio ma non troppo

Te pido que me vendes los ojos, me he acostumbrado a sentir desde mi mundo interior las sensaciones que causas sobre mi cuerpo
Me besas suave y lentamente, necesitaba tanto esos besos el otro día en la mazmorra. Cuando alcanzas los pezones la sensación es muy extraña, siguen doloridos pero tu lengua los alivia. Sigues bajando y tu boca recorre los terrenos que bañó la cera caliente y tengo que pedirte que no me hagas terminar.



Adagio de dos cuerpos, ma non troppo. Aunque estoy encima de ti para evitar el dolor de restregar en las sabanas mi espalda y nalgas doloridas y marcadas, eres tu quien lleva il tempo, dirigiéndome con tus manos aferradas a mis caderas, te sigo, Adagio, Adagio. Lento Moderato, necesito aumentar il tempo pero me sigues manteniendo ahí, Adagio ma non troppo.
Termino, casi en silencio, sin pedirte el permiso reglamentario. Un final casi interior, mi cuerpo se tensa completamente y el placer lo recorre. Te clavo las uñas en los hombros, aprieto y araño como venganza por el abandono y dejo salir así inconscientemente mi rabia.



Me doy cuenta que no me he preocupado de ti, que me he concentrado solo en mi misma pero creo que era eso lo que querías.
“No me has pedido permiso, putita” , me dices de repente. Tiemblo

Perdón no lo pude controlar, y……”
“Sssssssss” “esta bien”  me respondes tranquilizándome.

Me quitas la venda y me duermo acurrucada sobre ti mientras acaricias mis marcas de la espalda.

martes, 25 de marzo de 2014

Te Odio, Me Odio


¿Por qué te gusta ver mi dolor? ¿Por qué disfruto tanto entregándotelo?


 Hoy no será uno de esos castigos que me aplicas cuando he cometido algún error, hoy es uno de esos días en los que me vas a llevar al límite, tal vez a uno nuevo, siempre hay un más allá, me lo has demostrado muchas veces. En estos días aprendo a temer el castigo. En estos días te odio y me odio.

 Te odio por maltratar mi cuerpo, por saber qué partes son sensibles en cada momento y actuar sobre ellas, por no darme respiro cuando pienso que ya no puedo más, por hacerme llorar como jamás he llorado, porque no te importa dejarme marcas que tendré que ocultar en mi vida cotidiana, por ejemplo en el vestuario del gimnasio.
 
 Te odio por esa mezcla diabólica de violencia y ternura que me aplicas y me desconcierta tanto. Nadie me ha tratado jamás tan duramente ni me ha dado tampoco esa ternura tuya. Te odio porque cuando ansío el placer y tienes mi cuerpo a tu disposición me aplicas dolor.

 
 

Me odio por admitirlo, por excitarme con el miedo, por suplicarte piedad, por llorar, por desear esas migajas de cariño entre el dolor, por no gritar las palabras que pasan por mi mente cuando comienzas de nuevo el castigo sobre una parte de mi cuerpo dolorida y que por un instante pensé que habías liberado; hijo de puta.

 Me odio por desear que al final de la sesión me hagas el amor, o me folles, y hagas retorcerse de placer mi cuerpo dolorido. Me odio por acudir a esa cita en la mazmorra alquilada, muerta de miedo y por temblar cuando toco el timbre y la dueña me abre y me dice “pasa tu Amo vendrá enseguida. Mientras te voy preparando”
Mientras “me prepara” nota mis nervios y me dice “tranquila te va a gustar”, no es solidaridad femenina, todo lo contrario.

Como una zombi, dócilmente, voy siguiendo sus instrucciones, ducha con esencia aromática, retoques de maquillaje, botas extremas y corset. Me excita el ritual de ponerme esas prendas para ti.

 
Atada y con los ojos vendados me llega el olor de las velas encendidas. Oigo el timbre. Ella te abre la puerta, os oigo charlar bromear. Luego empieza a sonar música clásica en la mazmorra, se que es la señal y te siento acercarte.

 


-¿Cómo estás?- me preguntas
- Esperándote- respondo, y me atrevo a decirte - trátame bien, tengo miedo- pensando que eso pueda ablandarte.

Me besas en los labios, respondo al beso y trato de alargarlo pero te retiras y me abandonas en mi oscuridad.

Poco después la polea tensa mis brazos, me pongo de puntillas para no quedar colgando y trato de mantener el difícil equilibrio sobre las botas, comienza el dolor en mi cuerpo estirado al máximo.

Me mantienes en esa posición un rato, noto cómo me observas. Poco después vendrá el primer golpe que será solo el comienzo de una larga tarde en la que te entregaré mi dolor
Oigo tus pasos alejándote hacia la puerta de la mazmorra. Tengo en mi boca el sabor de la tuya y casi te siento aún dentro de mi. El placer final me ha relajado. Mi cuerpo está sudoroso y con restos de cera. Mis nalgas y espalda ardiendo. En mis pezones se ha instalado un agudo dolor. Mis ojos continúan tapados. Estoy acurrucada tumbada en el camastro.

Ella entra en la mazmorra y viene hacia mi

-“Ven a la ducha, ya te puedes quitar el antifaz”-

Me miro en el espejo del baño. El rímel corrido siguiendo los surcos de las lágrimas hasta los labios, restos de cera en mis pechos, en mi vientre, en las ingles, sobre las medias. Me miro la espalda llena de estrías rojas y las nalgas, una de ellas totalmente blanca, no ha recibido un solo golpe, la otra totalmente roja. Comienzo a llorar de nuevo y ella trata de tranquilizarme. La ducha me calma el ardor. Luego ella me da crema con la lejanía y profesionalidad de una enfermera.
Salgo a la calle, hace viento y fresco. Voy vestida de vaqueros con zapatillas de deporte, pelo recogido en una coleta y sin maquillar. Vuelvo a casa paseando, veo gente en las terrazas, los miro con curiosidad, me resultan lejanos, como de otro mundo, un mundo plano.

Te envío un mensaje.
Gracias Mi Señor. Me duele todo el cuerpo pero soy feliz. Úsame, como quieras, soy tuya.

Llega inmediatamente tu respuesta

"LO SE"

y de nuevo me abandonas en la noche de Madrid en compañía de mis fantasmas 

sábado, 22 de marzo de 2014

Poseida

Me posees, me entrego a ti y me convierto en esclava de tu poder oscuro


De rodillas en la cama, las piernas separadas, el cuerpo inclinado hacia adelante con la cara apoyada en la sabana y mis brazos extendidos sobre la cama en cruz. Siento su golpe cada vez que entra desde detrás dentro de mí. Necesitaría poder apoyar las manos y tener algo más de libertad en mis movimientos y poder manejar mi placer, pero Él lo sabe y me exige esa posición. Cada entrada suya desata mis nervios que no encuentran válvula de escape y se acumulan. Tengo orden de no moverme, de no gemir, de no decir una palabra y me muerdo los labios para conseguirlo.



Por su actitud y sus gestos sabia que esa noche simplemente me usaría. Me excita que lo haga pero sigo rebelándome en mi interior ante la situación ¿por qué?. Al llegar a la habitación traté de seducirlo y orientarlo hacia otro tipo de relación. Me convertí en la gatita, el personaje que tan bien me funciona en el mundo vainilla. Pero no cayó en la trampa. Me desnuda a medias con cierta violencia y sin contemplaciones. Abandono mi estrategia de seducción y me dejo dócilmente poner en esa posición que me destroza los nervios. Me cabreo cuando me doy cuenta que estoy húmeda, no quería darle esa satisfacción. Lo nota enseguida y me lo hace saber con un irónico “Bien, bien putita”. Me enfado conmigo misma pero mantengo la posición y contengo mis gritos.


 Me gira antes de terminar y ya se lo que espera de mi. Cierro los ojos y abro la boca. Entra en ella hasta el fondo, me sujeta del pelo y termina dentro. Actúo con suavidad, sé que Él estará muy sensible y no quiero pasarme. Me deja hacer y luego cae al lado mío en la cama. Me observo, el sujetador abrochado pero a la altura de la cintura junto con la falda, las medias y un zapato puesto, ni rastro del otro.

 Su respiración agitada me da la satisfacción de lo bien hecho. Me sonríe en la oscuridad y me acurruco mimosa a su lado. Ahora entiendo a lo que se refería cuando al inicio de la relación me decía que sería un "objeto de placer" Me ha costado entenderlo y sobre todo aceptarlo, pero soy suya y eso me llena de satisfacción y como algo suyo me entrego a La Posesión.



Nos dormimos sobre la cama, medio vestidos. Empieza a amanecer es sabado y la luz comienza a entrar por los enormes ventanales de la habitación.

jueves, 6 de marzo de 2014

Eyes Wide Shut

No es un película BDSM pero tiene algunos paralelismos obvios con él, sobre todo en aquellos aspectos que hacen del BDSM algo con tanta fuerza.

Lo Oculto : nos atrae lo oculto, lo clandestino, está en nuestra naturaleza. Los mundos desconocidos nos incitan a explorarlos, sacan nuestros instintos ancestrales de exploración. No puedo imaginar nada mas atrayente que una fiesta a la que acceden unos pocos y que además mantienen oculta su identidad bajo máscaras de carnaval veneciano.




Lo Exclusivo : nos encanta que el portero de discoteca nos deje entrar, no por el hecho de entrar, sino por los que se quedan fuera. Nos gusta sentirnos miembros de un clan al que acceden pocos y el BDSM tiene esa componente de exclusividad.



Lo Sofisticado : palacios barrocos, elegancia en los atuendos, música de órgano.
¿Se puede pensar en un ambiente mejor para un encuentro BDSM?
 
El Ritual: solo los iniciados pueden seguir los rituales. Conocerlos nos une a la comunidad, refuerza nuestro sentido de pertenencia y nos hace sentir esa exclusividad que tanto nos gusta. El ritual refuerza el ocultismo y la exclusividad.
 
 
Lo Pervertido : pues si, nos atrae. Somos discípulos de Satán. Nos aburre la virtud y nos fascina la perversión. La estética veneciana nos lleva directamente a Casanova. ¿Alguien da mas?
 
 
El Uso de la Mujer: polémico si, pero entendido y voluntariamente aceptado. Nuestros cuerpos cuidados para ser usados. Vestales al servicio de los Dioses.
 
No es una película BDSM pero va dirigida a nosotros, criaturas de la noche.  

http://www.youtube.com/watch?v=kDvu5mXGSVc

 

lunes, 3 de marzo de 2014

Cita Vainilla


“No quiero que pierdas el contacto con el mundo vainilla”, me ordena mi Amo. Así que acepto la cita para cenar. Nos conocemos hace unos meses y él ha tratado varias veces de quedar. Desde que tengo dueño me aburre un poco ese juego de seducción, del intento de ellos por impresionarme, de mis insinuaciones con palabras y gestos. El juego del ratón y el gato donde nunca se sabe quien acaba cazando a quien.

Es tarde de sábado y he quedado por fin. Miro el reloj tumbada en el sofá donde llevo toda la tarde leyendo, es tardísimo me viene a recoger en nada.

Tengo la tentación de arreglarme poco, pero las instrucciones de mi Amo son otras “sales a seducir”. Elijo falda corta de cuero negro de Armani (siempre mi preferida) sabiendo el efecto que suele causar. Tacón extremo de D&G y un top tipo camiseta de Aspesi negro con dibujos, en los sitios de copas siempre hace calor. Me protejo del fresquito de la noche madrileña con un plumas de Moncler.

¿Y debajo?, dudo. Decido no pasarme, conjunto de La Perla, medias sin liguero, sería demasiado, no quiero recuerdos a mi mundo de sumisa, ni al de escort (van unidos).
 

Cena en un restaurante de moda. Me encuentro muy tranquila, al contrario que él. No me esfuerzo por facilitarle las cosas pero le sigo la conversación que maneja con inteligencia. Físicamente está bien pero no siento ningún interés, no noto la atracción.

Local de copas en Madrid. A tope de gente. En el coche he visto como trataba de mirar con disimulo mis piernas cuando al sentarme se ha subido la falda. No he hecho nada por cubrirlas. Salimos a bailar, la música, las luces y la gente me aíslan, me dejo llevar por ese ambiente y me olvido de mi acompañante.
 

Mando un mensaje a mi Amo contándole la situación y pidiendo instrucciones de cómo seguir.
Decide tu como creas que debes actuar y atente a las consecuencias de que me guste o no”

Mi acompañante se aproxima a mí unas cuantas veces, la ayuda la aglomeración del local. Tiene intenciones de besarme pero duda. Me desespera esa falta de coraje, me he acostumbrado últimamente a que tomen sin contemplaciones, a que me usen, a que hagan sentir objeto.
Cuando se acerca lo esquivo y no le doy el premio.

No he decidido qué hacer. No sé qué espera mi Amo de mí y ya no pienso en otra cosa. No me importa la persona con la que estoy, sino no decepcionar a mi dueño.

Es ya tarde y me propone irnos, sé que ya no tengo mucho tiempo que debo decidir.

No me apetece acostarme con él pero si le veo con el carácter suficiente en su intento le daré el premio. No será un dominante pero tiene que demostrarme algo.
Sigue el guion y se abalanza sobre mi cuando estamos en el coche para besarme. Le dejo hacerlo y colaboro. Dejo mi cuerpo expuesto a sus manos y abro ligeramente las piernas. Noto su mano sobre mi rodilla pero se queda quieta ahí. No me muevo para facilitarle el acceso si quiere tomarlo pero no lo hace.

Me resulta difícil expresar lo que siento en ese momento, pero si durante la cena había conseguido interesarme algo por él, de pronto desaparece todo ese interés cuando veo su indecisión, su falta de coraje para tomar lo que quiere, su mirada entre el deseo y el miedo.
Obviamente él ha interpretado de forma diferente que me dejase besar y eufórico arranca el coche. Decido darle una segunda oportunidad, abro la cremallera del plumas, reclino un poco el asiento y cruzo las piernas subiendo aun mas la falda. Me mira de reojo y pierde esa segunda oportunidad cuando me pregunta.

-¿Dónde te apetece ir?-

-¿Cómo que donde me apetece ir?-, respondo algo irónica, mirándole fijamente.
No puede evitar mirarme las piernas. Dejo de cruzarlas y las mantengo ligeramente separadas, la falda queda alta.

No se, -¿te apetece tomar algo en mi casa?-
-¿tomar algo en tu casa?-, -No, no me apetece-, respondo secamente, para luego suavizarlo con un, -Gracias-

Mientras me lleva a mi casa, saco el teléfono, sin pensar si le molestará  y escribo un mensaje a mi Amo.
“vuelvo a casa, me has enseñado que soy un objeto de valor, solo para grandes coleccionistas y este no lo es, necesito tu fuerza, mi Amo. Estoy muy orgullosa de ser tuya”