No era la
primera vez que viajaba a un país islámico pero si la primera después de mi
iniciación como sumisa. Fui a Qatar por motivos de trabajo ya en el aeropuerto
me sentí rara pero no identifiqué el motivo. En el hotel casi no había mujeres
solas y las pocas que había éramos todas occidentales.
Me fije en
un grupo de mujeres totalmente cubiertas con velos negros que tomaban el te en un salón mientras
esperaban a sus maridos que cenaban en el restaurante con unos extranjeros. Las
miré con otros ojos y pensé que la escena podría titularse “esperando al Amo”.
Sonreí y me aleje.
No me
quitaba de la cabeza la escena y casi me molestaba comprenderlas, la única
diferencia entre ellas y yo es que mi sumisión es voluntaria, elegida y
posiblemente ellas no tienen esa alternativa. Por lo demás sentía que no había
diferencia. Entrega al Amo, disponibilidad para El y sobre todo Respeto. Me
preguntaba si ellas lo verían así y si no estaremos equivocados en occidente
cuando las vemos como simples esclavas. Sea como sea la libertad de elección es
básica.
Al día
siguiente fui a unos grandes almacenes. Había tiendas de todas las marcas de
lujo, Prada, Hermes, LV, me resultaba curioso que estuviesen viendo vestidos,
blusas, ¿para qué? . La respuesta era obvia, para Ellos.
En una zona solo para mujeres me topé con una tienda de Victoria’s Secret, como si fuesen unos grandes almacenes de Londres o Milán. Estaba llena y ellas curioseaban sujetadores, medias y corsets. Verdaderamente me impresionó. Cada vez me sentía más próxima a ellas.
Vi la misma escena en el Bazar de Doha. Esta vez no eran tiendas elegantes, sino tiendas de ropa interior femenina tradicional, predominaba el color rojo y las prendas tenían encajes y colgantes metálicos como los que llevan las bailarinas de la danza del vientre. Superando la vergüenza entré y compre algo, a ojo, sin probármelo, para salir de la tienda lo antes posible.
En una zona solo para mujeres me topé con una tienda de Victoria’s Secret, como si fuesen unos grandes almacenes de Londres o Milán. Estaba llena y ellas curioseaban sujetadores, medias y corsets. Verdaderamente me impresionó. Cada vez me sentía más próxima a ellas.
Vi la misma escena en el Bazar de Doha. Esta vez no eran tiendas elegantes, sino tiendas de ropa interior femenina tradicional, predominaba el color rojo y las prendas tenían encajes y colgantes metálicos como los que llevan las bailarinas de la danza del vientre. Superando la vergüenza entré y compre algo, a ojo, sin probármelo, para salir de la tienda lo antes posible.
Me lo puse en el hotel y me miré al espejo, me sentí bien, pensé en enviarte una foto, Mi Señor, pero preferí mantenerlo como sorpresa.
En ese
momento decidí que aprendería a bailar la danza del vientre.
Durante los
dos días que estuve en Qatar tuve relación solo con occidentales, así que no puedo contar
ninguna experiencia del trato que ellos dan a una mujer.
La última
noche baje a cenar al restaurante del hotel. Solo había hombres, occidentales y
qataríes. Me sentí incomoda y salí del restaurante para ir al salón de té donde
estaban sus mujeres y donde era sin duda mi sitio. Mientras tomaba el té y la
tarta pasó un grupo de hombres qataríes
con sus túnicas blancas dejando un olor
a perfume denso y dulce. Me miraron descaradamente y comentaron entre ellos.
Les mantuve la mirada con cierto descaro también pero enseguida recordé las instrucciones de mi
Amo –“ante cualquier Dominante eres siempre una sumisa, compórtate como tal”-
. Bajé la cabeza. Me di cuenta que tenía las piernas cruzadas, posición
inadmisible en una sumisa, cambié de posición inmediatamente. La falda me
quedaba ligeramente por encima de la rodilla, no era muy corta, pero sentía que
continuaban mirándome. No alcé la vista, me quede muy quieta y seguí tomando el
té. Al cabo de unos minutos que se me hicieron eternos se alejaron.
Muy buen post, Ryna. Siempre que me detengo a pensar sobre este asunto me hago las mismas preguntas, ¿Por qué estamos tan seguros de que todas las mujeres del Islam viven como una desgracia su sumisión? ¿Por qué no pueden existir algunas (o incluso muchas) que disfruten esa situación y ese modo de vida? Es indudable que no lo han elegido libremente, se les ha impuesto, sí, pero de ahí a que todas estén descontentas hay mucho recorrido alternativo. Si nosotras, mujeres de occidente, educadas en la cultura de la igualdad de sexos, liberadas, liberales y sobretodo libres, escogemos vivir la sumisión y entregar la llave de nuestra felicidad, nuestro cuerpo y nuestra mente a la persona que elegimos... ¿Por qué ellas no pueden disfrutar de la suya igual que nosotras? Me ha causado una grata sorpresa que me hablaras de este tema en nuestra conversación, porque una de mis asignaturas pendientes es hablar con mujeres del Islam sobre el asunto... tengo casi la certeza de que existiría alguna que confirmaría mi teoría y espero comprobarlo algún día, ya te lo contaré. Un saludo y nuevamente recibe mi admiración a ti como sumisa y transmítele mis respetos a tu Amo.
ResponderEliminarMuchas gracias Anastasia. El viaje a Qatar me hizo pensar mucho y por eso me apunte con permiso de mi Amo en los grupos de BDSM arabes. No es facil la conversacion abierta con las mujeres de esos paises, pero estoy convencida que, sobre todo las de las clases altas, disfrutan como nosotras su sumision.
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