“No quiero que pierdas
el contacto con el mundo vainilla”, me ordena mi Amo. Así que acepto la cita para cenar. Nos
conocemos hace unos meses y él ha tratado varias veces de quedar. Desde que
tengo dueño me aburre un poco ese juego de seducción, del intento de ellos por
impresionarme, de mis insinuaciones con palabras y gestos. El juego del ratón y
el gato donde nunca se sabe quien acaba cazando a quien.
Es tarde de
sábado y he quedado por fin. Miro el reloj tumbada en el sofá donde llevo toda
la tarde leyendo, es tardísimo me viene a recoger en nada.
Tengo la
tentación de arreglarme poco, pero las instrucciones de mi Amo son otras “sales
a seducir”. Elijo falda corta de cuero negro de Armani (siempre mi preferida)
sabiendo el efecto que suele causar. Tacón extremo de D&G y un top tipo camiseta de Aspesi negro con dibujos, en los sitios de copas
siempre hace calor. Me protejo del fresquito de la noche madrileña con un
plumas de Moncler.
¿Y debajo?,
dudo. Decido no pasarme, conjunto de La Perla, medias sin liguero, sería
demasiado, no quiero recuerdos a mi mundo de sumisa, ni al de escort (van
unidos).
Cena en un
restaurante de moda. Me encuentro muy tranquila, al contrario que él. No me
esfuerzo por facilitarle las cosas pero le sigo la conversación que maneja con
inteligencia. Físicamente está bien pero no siento ningún interés, no noto la
atracción.
Local de
copas en Madrid. A tope de gente. En el coche he visto como trataba de mirar
con disimulo mis piernas cuando al sentarme se ha subido la falda. No he hecho
nada por cubrirlas. Salimos a bailar, la música, las luces y la gente me
aíslan, me dejo llevar por ese ambiente y me olvido de mi acompañante.
Mando un
mensaje a mi Amo contándole la situación y pidiendo instrucciones de cómo
seguir.
“Decide tu como creas que debes actuar y
atente a las consecuencias de que me guste o no”
Mi
acompañante se aproxima a mí unas cuantas veces, la ayuda la aglomeración del
local. Tiene intenciones de besarme pero duda. Me desespera esa falta de coraje, me he acostumbrado últimamente a
que tomen sin contemplaciones, a que me usen, a que hagan sentir objeto.
Cuando se
acerca lo esquivo y no le doy el premio.No he decidido qué hacer. No sé qué espera mi Amo de mí y ya no pienso en otra cosa. No me importa la persona con la que estoy, sino no decepcionar a mi dueño.
Es ya tarde y me propone irnos, sé que ya no tengo mucho tiempo que debo decidir.
No me
apetece acostarme con él pero si le veo con el carácter suficiente en su
intento le daré el premio. No será un dominante pero tiene que demostrarme algo.
Sigue el
guion y se abalanza sobre mi cuando estamos en el coche para besarme. Le dejo hacerlo y
colaboro. Dejo mi cuerpo expuesto a sus manos y abro ligeramente las piernas.
Noto su mano sobre mi rodilla pero se queda quieta ahí. No me muevo para
facilitarle el acceso si quiere tomarlo pero no lo hace.
Me resulta
difícil expresar lo que siento en ese momento, pero si durante la cena había
conseguido interesarme algo por él, de pronto desaparece todo ese interés
cuando veo su indecisión, su falta de coraje para tomar lo que quiere, su
mirada entre el deseo y el miedo.
Obviamente
él ha interpretado de forma diferente que me dejase besar y eufórico arranca el
coche. Decido darle una segunda oportunidad, abro la cremallera del plumas,
reclino un poco el asiento y cruzo las piernas subiendo aun mas la falda. Me
mira de reojo y pierde esa segunda oportunidad cuando me pregunta.-¿Dónde te apetece ir?-
-¿Cómo que
donde me apetece ir?-, respondo algo irónica, mirándole fijamente.
No puede
evitar mirarme las piernas. Dejo de cruzarlas y las mantengo ligeramente
separadas, la falda queda alta.
No se, -¿te
apetece tomar algo en mi casa?-
-¿tomar algo
en tu casa?-, -No, no me apetece-, respondo secamente, para luego suavizarlo
con un, -Gracias-
Mientras me
lleva a mi casa, saco el teléfono, sin pensar si le molestará y escribo un mensaje a mi Amo.
“vuelvo a casa, me has
enseñado que soy un objeto de valor, solo para grandes coleccionistas y este no
lo es, necesito tu fuerza, mi Amo. Estoy muy orgullosa de ser tuya”
Efectivamente, sólo para quien lo merece, por una razón u otra, eso es lo de menos, pero que lo merezcan. Bien hecho, en mi opinión. Brava!
ResponderEliminarGrazie mille cara ..... sabes? no ha habido castigo. A El también le gustó
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